La batalla por la República
Las primeras ofensivas nacionalistas de la presidencia de Trump se han estrellado, y Bannon está en cuestión
Mañana se cumplen los primeros 100 días del mandato presidencial más inusual en la historia reciente de Estados Unidos. Se ha hecho más bien poco, pero se ha peleado mucho, en todos los frentes posibles. Sobre todo, en uno: a estas alturas, parece claro que el hito que definirá su presidencia no está fuera, en la oposición, sino dentro de su propio partido.
Durante la campaña, Trump y los republicanos se enfrentaron con frecuencia, si bien el partido le mantuvo el apoyo hasta el final por miedo a perder sus votos. Fue la facción más nacionalista, con el asesor Steve Bannon a la cabeza, quien comandó el discurso agresivo hacia el establishment republicano. Su argumento era, y es, que el frente nacionalpopulista ha provocado un realineamiento estructural en la política estadounidense que cambia las reglas de juego para los republicanos. Trump y sus seguidores serían el punto de referencia desde ahora, aquel sin el cual es imposible ganar elecciones. Siguiendo esta lógica, quien se oponga al cambio deberá sufrir las consecuencias.
Pero los congresistas son un grupo heterogéneo en el que cada uno tiene que prestar tanta atención a los aspectos que dividen la opinión nacional como a aquellos en los que su distrito o Estado tiene una posición diferenciada. Además, la realidad es que el mejor predictor del voto a Trump es, sencillamente, la cercanía al partido republicano. Es cierto que su candidatura logró construir un discurso antiélite (la de Washington) que no es del todo nuevo. Pero no lo es menos que la base mayoritaria de voto se corresponde con republicanos más o menos tradicionales, que ya estaban allí cuando Trump llegó.
Trump y su inexperiencia no son sino una ventana de oportunidad para estos dos frentes, que llevan 99 días intentando empujar sus respectivas agendas a través de una Administración inexperta. Las primeras ofensivas nacionalistas se han estrellado, y Bannon está en cuestión; pero los republicanos de Washington tampoco han logrado ninguna victoria clara. Así, la batalla sigue. El premio es inconmensurable: el control de la República más poderosa del mundo. @jorgegalindo
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