El beso de los Reyes a Masako: una muestra de cariño, no una falta de protocolo
Don Felipe y doña Letizia se mostraron muy afectuosos al saludar a la esposa del heredero de Japón, conocida como la princesa triste
El protocolo de la casas reales suele ser muy rígido en los actos oficiales y en especial en países tan tradicionales como Japón. Por eso no pasó inadvertido el gesto que la Reina de España tuvo ante Masako, la esposa del heredero. Conocida como la princesa triste, Masako hizo un esfuerzo en su débil estado de salud y de ánimo para participar en los actos programados con motivo de la visita de don Felipe y doña Letizia. La Reina quiso mostrar su afecto a la princesa de manera especial y aunque el protocolo indica que entre ambas deben saludarse dándose a mano, doña Letizia rompió la norma y optó por un beso. Pero no solo fue ella quien tuvo este gesto, don Felipe hizo lo mismo al encontrarse con ella. El emperador de Japón presente en ese momento sonrió complaciente al ver las excelentes relaciones existentes
Y es que tras un largo proceso de recuperación, Masako vuelve a estar al lado del príncipe heredero en un momento crucial, cuando se comienza a barajar la posibilidad de una abdicación y la consecuente apertura de una nueva era, tal y como manda la tradición del Imperio. La princesa también acudió posteriormente a la cena de gala ofrecida en honor a los Reyes de España
Masako, tras más de una década de tristeza, ha abandonado su retiro en contadas ocasiones, una de ellas para recibir a su amiga Máxima de Holanda. En los últimos 13 años, la esposa del príncipe heredero Naruhito solamente ha viajado en dos ocasiónes. En abril de 2013 con motivo de la coronación de los reyes Guillermo y Máxima de Holanda, amigos íntimos de la familia y en julio de 2015. En esta última ocasión Masako acudió junto a su marido hasta Tonga -un archipiélago de más de 170 islas integrado dentro de la Polinesia- para asistir a la coronación del nuevo rey del país, Jorge Tupou VI.
Sus contadísimas apariciones públicas se deben a una depresión -o “problemas de ajuste relacionados con el estrés”, como explicaron desde la Casa Imperial japonesa- que arrastra desde hace más de una década debido a la rectitud del protocolo y las presiones a las que ha estado sometida.
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