Dos no se corrompen si uno no quiere
En los casos de corrupción política intervienen dos actores: el corruptor, casi siempre procedente del mundo empresarial, y el corrompido, representante electo del pueblo. El segundo ha sido elegido para gestionar con honradez los intereses comunes. Por esa razón, la responsabilidad de este último es mucho mayor, y el castigo que debería recibir, también. Dos no se corrompen si uno no quiere, y el que nunca debe querer es quien traiciona nuestra confianza.— Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid).
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