Equívocos
Debería haber reglas, seamos serios, no se puede presentar cualquier cosa como posverdad
Hay que levantar un poco la moral, que el mundo va fatal. Les parecerá imposible, pero puede llegar el día en que Trump anuncie: “Adiós, me voy de Twitter”. Lo digo porque el otro día apareció Ahmadineyad, el expresidente de Irán, y dijo: “Hola, estoy en Twitter”. Pero hombre, Mahmud, esperábamos más de ti. Como retrógrado deberías ir hacia atrás, no hacia adelante. Hoy es un lío todo. Creíamos que a estas horas estarías ya en las cavernas, cazando tu comida, y pasarías el día haciendo pan. Majete, que fuiste tú quien prohibió Twitter en tu país. Se ha pasado de posverdad. Debería haber reglas, seamos serios, no se puede presentar cualquier cosa como posverdad. Lo que ni así cuela sería posverdad fake, falsa, para distinguirla de las otras. Si no verdad, al menos verosimilitud, por favor.
Es conmovedor ver estos ataques de cuernos entre quienes dejan de ser famosos. Pobre Ahmadineyad, qué no hará la gente para llamar la atención. Cualquier día se compra un autobús naranja. Otros simulan divorcios o cambian muebles de sitio para salir en las revistas diciendo que estrenan decoración. Les pasa a los de ETA. Esperan que hagamos la ola porque van a entregar sus últimas pistolas. Lo mismo llegan en otro autobús naranja, con rótulos aclarando lo que es verdad y lo que no, para que no nos engañen. Están en su trip de posverdad de pega, pero cualquiera se lo dice.
Groucho Marx sabía cómo afrontar la fama y sus equívocos. Un día fue a su casa Ron Wood, el guitarrista pelo pincho de los Stones, y al verlo le preguntó: “¿Qué eres, un hombre o una gallina?”. Entonces se lo presentaron: “Oh sí, he visto todas sus películas”.
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