El nuevo turismo espacial es también un viaje en el tiempo
La NASA y SpaceX, esta para un viaje turístico, quieren volver a orbitar la Luna a finales del año que viene, justo medio siglo después de que lo hiciese el Apolo 8
Sospechan los antropólogos que la diferencia entre los humanos y el resto de animales es su capacidad para juntar cerebros. Compartir ideas y aspiraciones sirve para multiplicar las capacidades de individuos aislados y ha convertido a los sapiens en una especie formidable. Esa peculiar naturaleza, no obstante, ha favorecido comportamientos que pueden parecer absurdos. El esfuerzo inmenso para construir pirámides o catedrales, mientras hay personas que no tienen para comer, no parece el uso más apropiado de los recursos. Sin embargo, sobre esos proyectos épicos se ha construido la civilización.
La última y la mayor de estas epopeyas, un reto extremadamente costoso y arriesgado difícil de justificar por resultados prácticos, fue la carrera espacial. “Porque es difícil”, “porque servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y capacidades”, “porque es un reto que deseamos aceptar y no queremos posponer”. Con frases tan poco concretas, en un discurso de 1962, el presidente de EEUU, John F. Kennedy, justificó un programa para llegar a la Luna que supuso una inversión de alrededor de 170.000 millones de dólares al valor actual. Es probable que aquel proyecto demencial capaz de capturar la imaginación de los estadounidenses y de medio mundo haya sido el interfaz más potente jamás construido para poner millones de cerebros al servicio de objetivos comunes.
Más de cincuenta años después del discurso de Kennedy, el mundo es un lugar mucho menos sensible a la épica. Tras el final del programa Apolo, los humanos nunca volvieron a la Luna. EEUU sigue teniendo como un objetivo vago viajar hasta Marte en la década de 2030, pero por ahora ese proyecto no incluye planes de aterrizaje. La NASA también se planteó posar humanos sobre un asteroide y China aspira a llevar personas a Marte, pero no antes de 2040.
Dos turistas espaciales ya se han interesado por un viaje a la Luna que sería totalmente automático
Durante los últimos días se han conocido algunos detalles sobre lo que parecen los proyectos más realistas para regresar a la Luna. El año que viene, se cumplirá medio siglo desde la primera vez que una nave tripulada abandonó la órbita terrestre, llegó a nuestro satélite y giró a su alrededor. La Apolo 8 salió desde el centro espacial John F. Kennedy, en Florida (EEUU). Con ese aniversario en mente, la NASA está planteando la posibilidad de convertir en tripulada la misión orbital lunar EM-1. Esa nave sería parte de un lanzamiento de prueba del sistema de acceso al espacio SLS/Orion, previsto para 2018. Según contaba recientemente el Washington Post, con los planes actuales, pasarían años antes de que viajasen astronautas en las cápsulas Orion. A falta de presupuesto para trabajar en la primera llegada humana a Marte, EEUU tendría que conformarse con repetir una gesta lograda hace cinco décadas.
Con el mismo hito en mente, Elon Musk, el fundador de SpaceX, la empresa privada de transporte espacial, ha anunciado que ya tiene a dos turistas dispuestos a pagar por un viaje alrededor de la Luna que batiría además el récord de viaje en el espacio profundo para humanos, llegando a más de 600.000 kilómetros de distancia. Aunque ni siquiera ha puesto aún a nadie en órbita, asegura que este viaje será posible a finales del año que viene. Con un coste estimado de algo menos de 100 millones de dólares, aunque Musk no ha revelado el precio del billete, las dos personas serían lanzadas desde el mismo lugar que la Apolo 8, en Florida, a bordo de un cohete Falcon Heavy. La cápsula Dragon 2 realizaría el viaje de forma totalmente automática, aunque los tripulantes recibirían entrenamiento para reaccionar en caso de emergencia.
Bernard Foing, director ejecutivo del Grupo de Trabajo Internacional para la Exploración Lunar de la Agencia Espacial Europea (ESA), apunta al interés de la competición entre el proyecto impulsado por el Gobierno estadounidense y la iniciativa privada de SpaceX. “La NASA ha desarrollado la cápsula Orion, para cuatro personas, pero con un coste más alto que el de la de Musk”, apunta. “Hay una competición económica que, al mismo tiempo, es un acicate para el desarrollo de Orion”, añade. “Musk quiere demostrar que se puede hacer lo mismo de una forma mucho más económica”, concluye.
Si tanto la NASA como SpaceX cumplen con sus planes, los primeros alcanzarán un logro viejo y los segundos mostrarán la viabilidad de un negocio que, aunque puede tener réditos en el abaratamiento del acceso al espacio, por ahora solo cumplirá los deseos de un puñado de ultramillonarios. La capacidad inspiradora del viaje espacial vivida en los sesenta está lejos de revivir.
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