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MIRADOR
Columna
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La sonrisa de Bonnie

Que nadie muera nunca en un tiroteo sin Faye Dunaway sonriéndole a su lado

Manuel Jabois
Bonnie y Clyde en Texas el 6 de enero de 1933.
Bonnie y Clyde en Texas el 6 de enero de 1933. Cordon Press

Bonnie y Clyde no eran tan guapos ni las traiciones que les condenaron tan oscuras. Él cojeaba porque se amputó un dedo del pie para no hacer trabajos forzados y conducía en calcetines; ella cojeaba porque se quemó una pierna en un accidente mientras conducía Clyde. Fueron bandidos jóvenes que se hicieron célebres porque un día, aburridos, posaron para la cámara empuñando las armas. Las imágenes son un icono hoy, pero cuando las descubrió la policía en una de sus huidas (fueron los mejores fugitivos del siglo XX) les obligaron a vivir debajo de ropas, sombreros y gafas.

Fueron queridos hasta los últimos crímenes, cuando les achacaron masacres que no habían cometido; cayeron en desgracia de tal forma que se consideró normal acribillarlos en una emboscada, tanto al asesino Clyde Barrow, de 25 años, como a su enamorada Bonnie Clarke, de 24, que nunca había empuñado un arma. Fue después de una traición en una carretera perdida: el padre de un viejo socio les paró a las nueve de la mañana de un día de mayo. A un lado de la carretera estaban agazapados agentes que tenían orden de vaciar los cargadores de fusiles y pistolas. Solo en el coche se encontraron 167 agujeros de bala; Clyde murió reventado de un disparo en la cabeza y Bonnie tardó en morir lo suficiente como para no soltar el sándwich que estaba comiendo.

Arthur Penn, en una película rodada hace medio siglo, cambió el sándwich de Bonnie por la manzana de Clyde, que interpretaba Warren Beatty, mientras ella, Faye Dunaway, se apoyaba en su hombro cuando él conducía. Es uno de los mejores finales de siempre; lo más parecido a lo que pudo ser el final de Bonnie & Clyde. El traidor les hace parar el coche y se tira debajo de su camión al ver llegar a otro vehículo. Rompen a volar varios pájaros. Y Beatty, con solo un cristal en sus gafas, mira a Dunaway. Acaban de saber que los van a matar, que dentro de cinco segundos ya no estarán vivos.

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Es una secuencia magnífica; se miran asustados, porque están comprendiendo, y luego relajados, porque han comprendido. Entonces Dunaway sonríe a Beatty. Que nadie muera nunca en un tiroteo sin Faye Dunaway sonriéndole a su lado. Alguien que se vaya contigo y que te diga que todo está bien, que os vais juntos, que ha merecido la pena. No quisieron enterrarlos juntos, pero en el Crown Hill Memorial Park de Dallas, donde Bonnie está enterrada, se lee un verso suyo para Clyde: “Este viejo mundo brilla más por la vida de gente como tú”.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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