El cuento imposible de JT Leroy
Un documental recuerda el fraude literario que engañó a Winona Ryder, Bono, Lou Reed y decenas de celebridades a principios de los 2000
Winona Ryder abre el documental sobre JT Leroy hablando del autor como “su inspiración”. A partir de ahí, la lista de famosos se sucede, como en una lista aparentemente interminable de personas que fueron relevantes durante el cambio de siglo: Courtney Love, Billy Corgan, Bono de U2, Lou Reed, Shirley Manson de Garbage, Matthew Modine, Gus van Sant, Debbie Harry, Asia Argento, Tom Waits, Michael Stipe, Eddie Vedder, los escritores Mary Karr y Dennis Cooper. Otras celebridades como Madonna, Rufus Wainwright, Nancy Sinatra, Rosario Dawson, Tatum O’Neal y Carrie Fisher no salen en el documental, pero podrían, porque formaron parte de esta extrañísima historia.
Author: the JT Leroy Story, que se emite en Movistar+, es el intento del director Jeff Feuerzeig, que dirigió antes el documental The Devil and Daniel Johnston, de explicar, y de alguna manera excusar, lo que se calificó como el timo literario de la década. A principios de los noventa, Laura Albert, música y trabajadora de líneas telefónicas sexuales de San Francisco con un pasado difícil —sufrió abusos sexuales, pasó temporadas al cuidado de los servicios sociales y desarrolló desórdenes alimenticios— se aficionó a llamar a los teléfonos de protección del menor haciéndose pasar por un chico. De sobrenombre “Terminator”, se hacía pasar por un adolescente explotado sexualmente como travestido por su propia madre, también prostituta y drogadicta. Uno de los terapeutas que atendía la línea, Terrence Owens, animó al supuesto chico a escribir sus historias a modo de terapia y, asombrado por su calidad, las movió en sus contactos del mundo literario.
La propia Albert, que debía intuir que su montaje sería mucho más espectacular si se mezclaba con nombres famosos, empezó entonces una campaña de promoción y acoso por teléfono y fax a escritores como Dennis Cooper y Bruce Benderson, que creyeron haber dado con un talento natural, un Rimbaud de los moteles cochambrosos. Jeremiah Terminator Leroy, o JT Leroy, que así había evolucionado el seudónimo inventado por Laura Albert, firmó su primer contrato literario y en 1999 publicó primero una novela, Sarah, y más tarde una colección de 10 relatos supuestamente autobiográficos, El corazón es mentiroso (publicado en España por Mondadori). El documental incluye un clip de un programa de televisión en el que varios críticos literarios comparan al nuevo meteorito de la escena literaria con Flannery O’Connor, Faulker y Truman Capote en espacio de 20 segundos y sin pestañear.
Al principio, Albert se cuidó de mantener el anonimato, que incrementaba el misterio en torno a Leroy, pero pronto vio que para explotar el fenómeno hasta sus últimas consecuencias necesitaba una persona de carne y hueso yendo a eventos y dando entrevistas. Ahí es donde reclutó a la hermana de su pareja, Savannah Knoop, una adolescente de aspecto andrógino, y la lanzó al mundo como Leroy, escondida bajo una peluca y unas gafas. Ella misma la acompañaría a todos los actos haciéndose pasar por su mánager, Speedie, o por su terapeuta, Emily Frasier. Ahí es donde empieza la verdadera celebridad de Leroy. Aduciendo que es demasiado tímido para leer en público, la editorial y la propia Albert organizan lecturas multitudinarias en las que actores famosos como Ryder o Modine relatan sus historias. Tom Waits le deja mensajes de fan en el contestador, Bono le da pases vip para el backstage de un concierto de U2 y una vez allí le larga lo que Albert denomina “la charla de Bono”, la introducción oficial en el mundo de la celebridad.
Aunque parezca mentira, el montaje duró y llegó hasta sititos tan bien iluminados como el festival de Cannes, donde Asia Argento, que se embarcó en una relación sentimental con Savannah pensando que era Leroy, presentó la película que rodó basada en uno de sus relatos. Hasta que en 2006 un artículo en la revista New York y otro en The New York Times desmontaron el entramado. El documental pretende ahora escribir la coda contando la historia del lado de Laura Albert, que aparece en la mitad del metraje y cede todas las cintas que grabó durante aquellos años. Según el director, se trata de “una historia que saltó del libro”. Sus antiguos editores, que le ganaron una demanda, prefieren llamarlo fraude. Y para muchos de los famosos que quedan retratados, es un capítulo que preferirían olvidar.
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