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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Entre balones y ladrillos

Banori Braima, antigua gloria del fútbol bissauguineano, cuenta su experiencia en Madrid, a donde emigró hace casi tres décadas

Banori Braima en una calle del madrileño barrio de Oporto
Banori Braima en una calle del madrileño barrio de OportoJean Arsène Yao

Maestro en el arte del regate, Banori Braima fue el ídolo de la juventud de Guinea-Bissau en los años ochenta del pasado siglo. Como integrante del Sporting de Bissau, fue el máximo goleador de la liga nacional en 1985 con nada menos que 40 goles. También se pasó al rival, la Unión Deportiva Internacional de Bissau.

Imprescindible en la selección nacional, el delantero, nativo Bafatá, escribió con su pierna derecha una de las historias más bonitas del fútbol bissauguineano. Sin embargo ha caído en el anonimato y pasado a engrosar la familia de futbolistas con talento que no tuvieron la carrera que se merecían.

Sus éxitos lo llevaron a probar suerte en el fútbol profesional en Portugal a partir de 1987, donde jugó en el Mondinense y el Amarante, pero una lesión de ligamento cruzado truncó su carrera deportiva. Después de estar un año sin jugar, se trasladó a España invitado por un amigo para intentar seguir con su vida de futbolista en Madrid.

Fue el máximo goleador de la liga nacional en 1985 con nada menos que 40 goles

Sin contrato con ningún club, fueron años complicados para el ariete, que se había convertido en un inmigrante más. “La inmigración africana era un fenómeno casi nuevo y la policía te perseguía en la calle. Hoy las cosas han cambiado. Aunque haya racismo, no es como antes. Los españoles conviven con los africanos y los conocen mejor”, comenta.

En la capital jugó en categorías inferiores. Probó con el Rayo Vallecano, entonces en segunda división, luego pasó al fútbol regional, en equipos como el Orcasitas y el Carabanchel. No obstante, el dolor de la lesión que nunca se terminó de curar le llevó a tomar la triste decisión de dejar el deporte y emprender una carrera en el mundo de la construcción, con su propia empresa.

Aunque nunca dejó de tener el mono de jugar. En 2003 nació un equipo llamado África Sport, entrenado por Jorge Mendoza, exjugador del Atlético de Madrid. Reconocido por la Federación Española de Fútbol, este combinado que tenía jugadores de Camerún, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Nigeria y Sierra Leona compitió en la categoría Regional. Hicieron historia, pues el equipo fue tercero, pero sufrieron muchos ataques racistas que les obligaron a abandonar este proyecto.

Los españoles conviven con los africanos y los conocen mejor

“Hubo campos en los que la Policía tuvo que venir a protegernos. En un caso tuvieron que intervenir hasta siete unidades”, comenta Banori. Mendoza no aguantó tanto odio racial y dejó el equipo, que al año siguiente se disolvió. Siendo la costumbre una segunda naturaleza, como dice el refrán, Banori y Mendoza volverían a las andadas poco tiempo después con la organización del mundialito de fútbol de inmigrantes, que luego se hizo famoso. Aquella iniciativa duró hasta 2010.

Y vuelta a empezar. “Pero no me desanimé. Posteriormente organicé un torneo de verano, en el campo de Pirámides, al lado de la M30. Con mi propio dinero alquilaba los campos, compraba las redes de porterías, la cal para delimitar, pagaba a los árbitros y la seguridad de estos últimos. Tras cada partido, me encargaba de recogerlo todo de nuevo y llevarlo a mi casa”, cuenta. Su pasión le llevó incluso a pagar el abono transporte a algunos jugadores que vivían en la periferia de Madrid, solo para que vinieran a jugar. “Lo hacía de corazón por amor al futbol”, asegura.

Banori en un momento de la entrevista
Banori en un momento de la entrevistaJean Arsène Yao

En la actualidad está haciendo un cursillo para ser representante de futbolistas a fin de ayudar a los africanos que llegan y quieren jugar. Entre sus bazas están sus contactos con algunos entrenadores a través de los cuales pone a los chicos en contacto con los equipos españoles.

Aunque su mayor sueño es devolver a su país toda la fama que le dio. Está acopiando material deportivo —ya tiene comprados 300 balones de futbol y 5.000 camisetas—, para llevarlos a Guinea-Bissau donde los repartirá entre los jóvenes y los equipos de barrio. También tiene en su agenda reunir a todos los jugadores veteranos de los años 1980-90, de su tierra para celebrar cada año un partido con antiguas glorias africanas.

Aún no tiene fecha, ni ha terminado de reunir el material, pero no cabe ninguna duda que Banori es una persona con un corazón grande que habría merecido seguramente una mejor carrera.

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