Antonna se flagela en su nuevo disco sin Los Punsetes

Cuando Manuel Sánchez decidió dar vida a Anntona antes del cambio de década, gran parte de las canciones destinadas a su proyecto personal habían sido rechazadas antes en el local de ensayo de su grupo, Los Punsetes. Unas por demasiado pop y otras por demasiado jocosas. "Ahora ya no, ya tengo el rollo bastante bien diferenciado", cuenta justo antes de publicar Internacional, el tercer disco en el que no ha tenido que pelearse con nadie para decidir algo. "Anntona para mí es un poco más personal, habla de mí directamente, y las canciones son muy de coña. Y mira que Los Punsetes tienen bastante humor, pero a ellos les puede producir un poco de rechazo".

Nunca lo habríamos dicho con títulos como Mi patria en mis gayumbos, Una mierda como un castillo o Imbécil internacional. O en el que se explica como una chica mató al Fary en la ficción y se hacen bromas a costa de las pelis de Fernando León. Porque Anntona no concibe escribir canciones que no tengan ni una pizca de hilaridad, aunque a veces no sea tan evidente. "Ninguno de los artistas que me gustan prescinde del humor", asegura tajante. "Y soy fan de The Cure o Kraftwerk, pero para mí sí que lo tienen. Kraftwerk es el ejemplo de un grupo que nadie se toma a broma y tienen muchísimo humor". "No digo que la gravedad no me guste", continúa, "pero tiene que haber cierta distancia. Leonard Cohen, por ejemplo, hay un momento en el que se mira a sí mismo y dice: 'Hostia puta, macho, vaya tela".

En el mundo de Anntona, la manera de distanciarse de la canción suele ser la flagelación. En Internacional, más que nunca, se mete caña a sí mismo, mediante insultos o incluso haciéndose de menos físicamente en Mi pequeño pene y yo. "Sí, es un disco de autodesprecio total", asume. "A mí me viene de puta madre, es muy terapéutico. Me libera mucha tensión. Ser muy crítico con uno mismo para mí es como un camino de pureza. Si alguien intenta meterse contigo es como, ¿pero qué me vas a decir, si ya me lo he dicho yo todo?".

Otra manera de ver esta separación entre canción y cantante, o entre persona y personaje, se puede resumir con una palabra muy gastada: "posmodernidad". Anntona la acepta sin problemas. "A mí me flipa Emmanuel Carrère, por ejemplo. Con él no sabes si estás leyendo una novela o un blog", explica. "Se distancia todo el rato de lo que está contando, pero lo hace con tanta habilidad… Para mí es el escritor contemporáneo por antonomasia".

Esa estrategia también le resulta mucho más sencilla de llevar que cuando el objeto de sus críticas es otra persona. En 2013 una de sus canciones, Y además bastante fea, fue incluida en una polémica que apuntaba a una tendencia machista dentro de muchos autores del indie nacional. Pasado el tiempo, Anntona retoma el asunto sin torcer el gesto. "Yo me puse a la defensiva en aquel momento, pero es verdad que la canción tenía un componente machista", reconoce. "Mi reflexión desde entonces es que sí que soy un poco machista, y por eso intento mejorar".

Conflictos aparte, en Internacional se demuestra una vez más que Anntona es la vertiente pop de Los Punsetes. Ayudado por Sebastián Litmanovich de Cineplexx y Papaya en la producción —"no quiero hacer lo mismo de antes pero técnicamente no estoy a la altura", asume—, en este ábum hay vocoders, aires caribeños y muchas melodías brillantes. "Es que Ariadna y yo somos los más pop en Los Punsetes", aclara. "Ahí está la gracia del grupo, yo creo, que muchas canciones son pop pero están pasadas por un matiz un poco más burro". Con ellos ya tiene nuevo disco grabado —"saldrá en abril, creo. Tiene tres o cuatro canciones muy guays como mínimo", avanza— así que en 2017 tendrá que repartirse entre un mundo y otro. ¿Y esta vez se han peleado mucho al hacer el disco? "Sí, la verdad, pero eso es inevitable. Además, cuando llevo una canción que no les gusta ya no discuto". Ventajas de los proyectos paralelos.