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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Es cuestión de voluntad

El nuevo Gobierno en España debe demostrar que tiene en cuenta y respeta la dignidad y los derechos de las personas migrantes

Cuatro de los 24 inmigrantes que fueron rescatados a 60 millas de Málaga el pasado 15 de enero.
Cuatro de los 24 inmigrantes que fueron rescatados a 60 millas de Málaga el pasado 15 de enero.Daniel Pérez (EFE)
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A las puertas de Europa: Frontera Sur

El inicio del año ha traído el arranque definitivo de una legislatura de la que puede resultar cualquier cosa. Se ha generado un extraño equilibrio entre un Gobierno soportado por un partido en minoría y un Congreso de los Diputados poliédrico en el que todos deben jugar a sumar fuerzas con los rivales para lograr validarse como opción ante un electorado significativamente desencantado. Mientras tanto, en la calle amplias capas de la sociedad demandan soluciones concretas a la precariedad laboral y social que se ha establecido en sus vidas.

Entre las muchas realidades que tienen que afrontarse desde este Parlamento en permanente negociación, se encuentra sin duda la realidad migratoria. Con crisis económica o sin ella, la inmensa mayoría de quienes llegaron a España desde los años noventa siguen siendo parte del país. Al mismo tiempo llegan nuevas personas buscando mejorar sus oportunidades vitales. Estas nuevas llegadas son en su mayoría tan discretas como lo fueron anteriormente, pero siguen existiendo y con más dureza aún las insufribles realidades de la Frontera Sur española. Las costas y los naufragios, las vallas de Ceuta y Melilla con su violación de la legislación internacional y por supuesto la situación de las personas refugiadas dentro y fuera de la Unión Europea.

Paradójicamente el Fondo Monetario Internacional nos recuerda una vez más que las migraciones pueden ser oportunidad de desarrollo social y económico siempre y cuando se gestionen de forma adecuada, poniendo el foco en las políticas de inclusión. No es que el FMI tenga una autoridad moral incuestionable en esto del desarrollo social pero por eso mismo sirve para ejemplificar lo evidente. Las migraciones son una constante de este modelo mundial que hemos construido. Para los países enriquecidos puede resultar una verdadera oportunidad pero para que esto sea posible es imprescindible entender al migrante como persona y como parte de la sociedad.

Mantenemos un modelo de gestión de las migraciones tremendamente hipócrita

Por desgracia mantenemos un modelo de gestión de las migraciones tremendamente hipócrita. Es evidente que las miles de personas que llegan cada año a España van a acabar siendo ciudadanía e incluso se convertirán en nacionales de este rincón del mundo. Los más de 25 años de recepción de población migrante en el país son prueba más que suficiente de ello. A pesar de eso mantenemos y reforzamos un modelo de gestión de la entrada en el país que condena a la irregularidad durante años a ciudadanos que acabarán siendo parte de la sociedad práctica y reglamentariamente. ¿Puede este Parlamento hacer algo para mejorar una gestión tan absurda?

Sinceramente parece que sí. La coyuntura actual permite que si existe compromiso con lo recogido en los programas electorales, se pueda avanzar de forma significativa sin por ello caer en posturas maximalistas ni pecar de lo que alguien llamaba el buenismo revolucionario. Se trata simplemente de entender que hay principios irrenunciables como son el respeto a los Derechos Humanos, la legislación internacional y, en resumen, la dignidad humana.

Estos avances bien podrían recogerse en cuatro puntos de agenda que marcasen un progreso y una dignificación de nuestra política migratoria.

Estos cuatro puntos son en realidad modestos y muy viables. Esta legislatura de pactos y equilibrios puede ser una buena oportunidad para lograrlos. Su consecución, lejos de suponer una revolución en la gestión de las migraciones en España, sería simplemente un reconocimiento de que los Derechos Humanos y la dignidad de las personas también son tomados en cuenta. En manos de este Parlamento está dar el paso y en la de los colectivos sociales insistir para que sea posible.

José Miguel Morales García es secretario general de Andalucía Acoge.

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