¡Ya hemos visto Trainspotting 2! Te contamos la peli entera (sin spoilers)
La cinta más esperada del año se estrena el 24 de febrero en España pero hemos tenido el privilegio de asistir a un pase previo. Miedo y asco en Escocia
Basada en dos de las novelas del escocés Irvine Welsh, T2: Trainspotting reúne, veinte años después del estreno de la primera película en los 90, a todos los actores del reparto original. Se estrena el 24 de febrero en España, pero -probablemente sin merecerlo- hemos tenido el privilegio de ser de los primeros en verla en todo el mundo. Lo menos que podíamos hacer es contárosla aquí entera, pero sin hacer un solo spoiler.
No necesariamente en este orden: Le clavan un objeto en un órgano vital a un señor. Dos amigos y una chica se hacen selfies con filtros en Snapchat (DEP). Sucede algo gracioso con pastillas de viagra. Hay un cameo fugaz del mítico retrete rebosante. Suena Dreaming de Blondie. Cocaína. Chistes muy graciosos. El hijo de uno de los protas estudia una diplomatura. El hijo de otro de los protas no sabemos bien lo que hace. Hay protagonistas que no han tenido hijos. Alguien vuelve a caer en la heroína por un despiste absurdo. Se dice mucho la palabra 'caballo' y desfilan jeringuillas y cucharas. Silla cayendo desde la azotea con persona sentada en ella. Hay momentos flashback-home-video, al estilo intro de Aquellos Maravillosos Años o Transparent, en los que vemos cómo eran de pequeños. Allanamientos de morada. Robos. Mala baba. Uno se divorcia después de quince años y le despiden de su trabajo a la vez. Sale un póster de los Lurkers y papel de pared con trenes antiguos. Fallece la madre de uno. Franco da mucho miedo y lleva calcetines blancos con mocasines. Breve lección de historia inglesa. Católicos y protestantes. Paisajazos. Naturaleza. Running. Cocaína.
Atentos, a ver si reconocéis a Irvine Welsh. Graban a un tipo practicando sexo ‘raro’ y le chantajean. Suena Dads best friend de Rubberbandits. Hay frenazos de imagen en los momentos de acción, como en la primera. Ewan McGregor goza de una impecable forma física. El que hace de Tommy está incluso en mejor forma física que él (se sigue tiñendo de rubio). Spud calza unas Dunlop viejas y aún es nuestro favorito, claramente. Se habla bastante de George Best. Hay un número musical con piano pero quizá sea demasiado generoso llamarlo número musical. Sexo con un poco de amor. Persecuciones a pie, en cuesta. Se cuelan escenas de Trainspotting (la del 97). Edimburgo sale muy bonito, a pesar de lo cochambroso de la historia. Ámsterdam casi no sale. La única chica protagonista es sexy y la película no pasa el test de Bechdel. Mafia. Cárcel. Suena varias veces Lust for life de Iggy Pop. Tarugos patriotas rapados bailando folk. Cocaína.
Blocks y suburbios atestados de nerds. Más de la mitad de las discusiones acaban en mamporros y arma blanca (o vaso roto). También hay armas de fuego. Nota de suicidio en un sobre. En una ocasión, la heroína pasa de boca a boca. Suena la clásica de Underworld. Coche a toda velocidad con Renton encima. Cabeza en interior de bolsa con vómito. Intentan timar al Ayuntamiento con la treta de la gentrificación. Hay cámara subjetiva y caras sudorosas como en la primera. Cultivan marihuana en un sótano. Sexo con prótesis. El lobby de los burdeles se siente amenazado por unos jóvenes emprendedores nuevos en el sector. Demoliciones de edificios. En una discoteca cantan dando palmas Radio Gaga de Queen. En un cartel pone “be like a russian peasant in a Franch pastisserie”. Echan una al futbolín. Echan un billar. Desnudo masculino en prado con vacas. Un exyonqui escribe una novela en hojas de libreta y dice todo el rato “primero llega la oportunidad, después la traición”. Suena Only God Knows de Young Fathers. Cocaína.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.