A vueltas con la nueva novela
Leí en la solapa no sé qué de que era un relato 'in media res', aún hoy no sé lo que significa eso
Nota: esta columna termina con una confesión.
Leí una novela de esas que llevan la etiqueta de: nueva novela. No entendí nada de lo que ahí se me proponía y me explico. Para empezar en la solapa se indicaba no sé qué de que era un relato in media res, aún hoy no sé lo que significa eso, lo que sí sé es que empezaba por la mitad. Además, no tenía estructura y los personajes—a los que por cierto no se les describía ¡bueno! ahí no se describía la más mínima cosa— no les pasaba nada interesante: ni se enamoraban, ni se morían —¡Una novela donde no muere nadie, hay que joderse!— nada de nada. Eso sí, comeduras de tarro todas las que quisieras. Me sentí estafado. Se la recomendé al presidente de mi comunidad en venganza por la última derrama —¿Por qué tengo yo que pagar el ascensor si vivo en el primero y no lo voy a utilizar?—.
Hace una semana me pidieron que presentara otra novela, en concreto la última de Juan Pablo Villalobos: No voy a pedirle a nadie que me crea. Iba con pies de plomo, pero es fantástica: tiene tres actos, pasan cosas a tutiplén y sobre todo muere mucha gente. Accedí y fue un éxito la presentación; acudió una gran multitud de público, por lo menos 11 personas —persona arriba, persona abajo—.
Y ahora la confesión: resulta que yo mismo estoy escribiendo una novela y, que casualidad, tiene muchas cosas en común con la de Villalobos. En la mía también hay un primo idiota, una novia despechada, cartas para explicar las elipsis, relato dentro del relato… etcétera.
Es casi idéntica, salvo por dos cosas: la suya tiene interés y está bien escrita.
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