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El violinista de la moda

Charlie Siem lucha por acercar la música clásica a nuevos públicos y ha logrado conquistar a la industria textil

Charlie Siem, en Nueva York.
Charlie Siem, en Nueva York.Cordon Press

Lo describen como el violinista más atractivo del mundo, ha sido imagen de numerosas firmas y el año pasado se dejó ver del brazo de Wendi Murdoch en la Semana de la Moda neoyorquina. Pero por mucho que los diseñadores lo cortejen, el único amor en la vida del británico Charlie Siem tiene forma de partitura. Nacido en Londres en 1986, con solo tres años quedó cautivado de tal forma por el concierto para violín de Beethoven interpretado por Yehudi Menuhin que la música se convirtió en su obsesión.

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“No recuerdo el momento específico en el que decidí que quería dedicarme a esto”, cuenta Siem a EL PAÍS. “Siempre me fascinó tocar y escuchar música, y una cosa llevó a la otra”. Entre esas “cosas” destacan hitos como haber ofrecido su primer concierto a los 15 años o debutado con la Royal Philharmonic Orchestra con 18. Desde su base en Montecarlo, Siem recorre hoy el mundo de recital en recital (los próximos los dará a finales de enero en Noruega) acompañado de su violín, una pieza de coleccionista creada por el legendario lutier Giuseppe Guarneri en 1735 y que, para cerrar el círculo, perteneció previamente a Menuhin.

Hijo del millonario Kristian Siem (al que apodan el Warren Buffett noruego), se educó en Eton —donde coincidió con los príncipes Guillermo y Enrique—, y se licenció en música en la universidad de Cambridge. Su historia parecía cortada por el mismo patrón que la de tantos otros cachorros de la buena sociedad inglesa, pero Siem decidió salirse del guion. El año pasado el músico impartió una charla en la universidad británica de Saint Andrews que se titulaba Cómo tocar el violín dio sentido a mi vida. Y aunque admite que con su frenético calendario de viajes le resulta difícil “conciliar la vida personal con esta existencia itinerante”, no es capaz de citar una sola renuncia que le haya impuesto su profesión: “No me puedo imaginar la vida sin ella, por lo que no siento que haya tenido que hacer muchos sacrificios”. Para desmayo de los puristas, y en un intento de conectar con una audiencia más amplia, Siem también ha colaborado o actuado con estrellas pop o rock como Lady Gaga, Miley Cyrus, Bryan Adams o los miembros de The Who Pete Townsend y Roger Daltrey. “Fue muy inspirador ser testigo de su increíble carisma sobre el escenario”, dice.

Otro de los efectos colaterales de su éxito —y, no nos engañemos, de su físico— es su estrecha relación con la moda. Ha posado para campañas de Dunhill, Armani, Dior o Hugo Boss, actuó en un desfile de Giambattista Valli, fue retratado por Bruce Weber para Vogue España y Karl Lagerfeld lo incluyó en su libro Little Black Jacket.

El artista, que diseña sus propios trajes a medida para que se adapten a la libertad de movimientos que exige su instrumento, se deja querer por la industria, pero sin demostrar excesivo entusiasmo: “En realidad me tropecé con la moda, pero he conocido a mucha gente interesante en este mundo”. Embajador de la organización benéfica The Prince's Trust, menciona “la educación e inspirar a los niños a través de la música” como las causas que le llaman a la acción. Con un objetivo vital que sabe ambicioso — “llenar mi vida de momentos felices y significativos”—, Siem confiesa que la palabra que tiene grabada en el estuche de su violín, release (soltar, liberar...), es el lema por el que se guía: “Necesito recordar que a veces tengo que relajarme un poco”.

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