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MIRADOR
Columna
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Los bandos

Puede que a título personal puedas ignorar la ley, pero es razonable que quienes te pagan el sueldo te exijan que cumplas

David Trueba
Diputados de Podemos en la Asamblea de Extremadura muestran su rechazo a la presencia en el hemiciclo de Juan Antonio Morales.
Diputados de Podemos en la Asamblea de Extremadura muestran su rechazo a la presencia en el hemiciclo de Juan Antonio Morales.Jero Morales (EFE)

Si hoy es martes, no les faltarán motivos para el asombro. Tres próceres extremeños del Partido Popular fueron premiados por la Fundación Francisco Franco por su lucha contra el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Es algo así como si se premiara a quien mejor incumple las leyes de tráfico y además no paga ni una multa. Si buscaban un país complejo y chocante, lo han encontrado. No se van a aburrir nunca. Uno de los afeados ha esgrimido en su defensa que acudió a la cena homenaje y recogió el premio a título personal. Suerte que no lo recogió a título regional. Deslindar la vida personal de la vida pública es estupendo y recomendable. Lo malo es que hayas escogido vivir del erario público y detentar cargos institucionales. Puede que a título personal puedas ignorar la ley y campar feliz, pero es razonable que quienes te pagan el sueldo te exijan que cumplas, al menos, con la misma rotundidad que se lo exigen a Carme Forcadell.

En los mismos días, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, fue cazado por un fotógrafo de Deia comprando a un mantero en la calle un disco pirata. Le faltó tiempo para decir que lo hacía a título personal y no como alto representante del Gobierno. Supongo que a Carlos Urquijo no le parecen españoles con derecho a vivir de su negocio los tenderos que venden discos o DVD ni, por supuesto, los fabricantes del producto ni su red legal de distribuidores. Ellos son españoles, y cualquier cargo público debería considerar su defensa y protección como la primera obligación a que le compromete el salario que cobra. La mafia del pirateo junto a la del tráfico de drogas y la prostitución manejan una asombrosa cantidad de dinero negro que ni paga impuestos ni revierte en una España que carece de fondos para cubrir las bajas de profesores y enfermeras.

Da todo igual. Nadie va a dimitir ni se les va a exigir renunciar al cargo a esta encorbatada camada de okupas antisistema a sueldo de cargos institucionales. Hay una sensación persistente de impunidad y desprecio. Todo se arregla enfangando las redes sociales para rebajar cualquier debate a una batalla de opuestos. La estrategia de forzar a los españoles a elegir bando en función de sus afectos viscerales sigue funcionando a las mil maravillas. Que nadie razone, que nadie sea crítico con los suyos, prietas las filas. Establecidos dos bandos, saltarse la ley no tiene coste, porque siempre te defenderán los tuyos, hagas lo que hagas por dañino y perverso que sea.

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