Ser apóstata en tierras guadalupanas
Dos mexicanos comparten su testimonio sobre su salida de la Iglesia Católica
Félix Hompanera Velázquez (40 años) creció en la Ciudad de México en el núcleo de una familia conservadora, católica. Asistió a una escuela privada de formación religiosa y desde entonces absorbió de forma crítica las doctrinas de la Iglesia. “A mí nadie me preguntó cuándo me bautizaron si quería profesar esa fe o si estaba de acuerdo con todos esos dogmas”, dice Hompanera sobre sus motivaciones para realizar el trámite de la apostasía en la institución religiosa.
La apostasía es un fenómeno marginal en México. A pesar de que el número de mexicanos que se dicen católicos descendió de un 92% a un 89,3% de 2000 a 2010, según cifras del INEGI, el país norteamericano sigue siendo territorio guadalupano, mayoritariamente creyente.
"Para mí una forma congruente y coherente de llevar mi vida era salirme de un club al cual no pertenezco", dice Marco Antonio Romero sobre su trámite de la apostasía.
La Conferencia del Episcopado Mexicano no cuenta con la cifra de los que han pedido ser retirados de su registro. La institución se negó a dar una postura oficial sobre el trámite.
Gerardo Romero Quijada de la organización Ateos y librepensadores mexicanos cree que la idea no ha germinado porque la salida de miembros de la Iglesia no significa un cambio sustancial en el poder político que tiene la institución: “La Iglesia Católica no recibe una subvención del Estado, no la están pagando mis impuestos, como en otros países”.
La realización de México como Estado laico está todavía inacabada y la libertad religiosa es un derecho apenas en gestación, según las conclusiones del informe de 2015 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La cercanía ideológica de algunos legisladores mexicanos -principalmente del Partido Acción Nacional- con la institución ha bloqueado legislaciones de avanzada en derechos civiles como la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto sobre la aprobación en todo el país de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
“Para mí una forma congruente y coherente de llevar mi vida era salirme de un club al cual no pertenezco. La Iglesia siempre ha estado en contra de los movimientos más importantes de los mexicanos: la independencia, las leyes de reforma”, dice Marco Antonio Romero Sarabia, consultor de 25 años, sobre su experiencia de apostatar en México.
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