Nuevos hombres en Hollywood
Adam Driver, Andrew Garfield y Aaron Taylor-Johnson encarnan a los renovados galanes de la industria del cine
Sobre el papel no son galanes al uso. En el físico de Adam Driver no hay una gota de Brad Pitt; el cuerpo de Andrew Garfield dista mucho de parecerse al de Bruce Willis y la vida de Aaron Taylor-Johnson es el polo opuesto a la de Leonardo DiCaprio. Sin embargo, Hollywood ha roto con el molde de sus galanes de sonrisa perfecta y rosto rasurado y esta temporada apuesta por un nuevo tipo de masculinidad.
Los tres son el mejor ejemplo de la bipolaridad laboral en la que se mueven las nuevas estrellas, superhéroes de día que por la noche se dejan la piel en un universo de arte e independencia. Driver pasa de ser el nieto de Darth Vader en la saga de La guerra de las galaxias a trabajar junto a Jim Jarmush y Martin Scorsese. En esta última película, Silencio, le acompaña Garfield. El actor británico-estadounidense también tiene 33 años, edad perfecta para quitarse el leotardo de Spider-Man con el que se dio a conocer y jugar sus cartas de galán apostando a ser uno de los cinco candidatos al Oscar gracias a su trabajo junto a Mel Gibson en Hacksaw Ridge. Taylor-Johnson también defiende la misma apuesta gracias al salvajismo que despliega en Nocturnal Animals, a las órdenes de Tom Ford, tras comerse franquicias como Godzilla o Vengadores: La era de Ultrón. “Yo también me asusté con la toxicidad de mi personaje cuando me considero un padrazo domesticado que disfruta en la cocina y llevando a mis hijos al colegio”, resume el actor.
Su discurso dista de lo que se espera de una estrella de 26 años, de las noches locas de un Depp a su edad, de los puros de Schwarzenegger o de las modelos de DiCaprio. Lleva a su esposa, la fotógrafa y directora Sam Taylor-Johnson, en su apellido y los 23 años que le saca su compañera como una medalla de honor. “Siempre fui un alma vieja con temprana vocación de padre”, cuenta.
Garfield es más discreto en sus amores, relacionado con la actriz Emma Stone en sus comienzos pero en la actualidad, como dice, firme defensor de su vida privada. “El anonimato es lo único que me queda”, asegura. De lo que sí habla a las claras es de su compromiso político, “horrorizado e insultado” por la voz que se le ha dado al presidente electo de EE UU, Donald Trump.
Los tres navegan unas aguas que como saben los que vinieron antes son difíciles. El cine está lleno de sagas para jóvenes adultos que no dejan madurar a sus actores. Y el universo de los superhéroes no les da aire para expresarse con libertad. Como reconoció Tobey Maguire, “hasta DiCaprio lo tendría difícil” en estos momentos para ser alguien. Pero tanto Driver, Garfield o Taylor-Johnson han encontrado la forma de hacerse hueco con estilo, este último siguiendo la moda de Tom Ford. La película que han hecho juntos le ha dado una buena excusa para compartir sus trajes, un actor que tiene un lugar propio en la lista de los mejor vestidos.
Driver prefiere epatar como en los posados que hizo para Interview. Con sus palabras, este exmarine graduado en Julliard también provoca. “Si no me hubiera dañado el esternón probablemente seguiría en el ejército”, asegura alguien que pronto se paseará por La Mancha en la nueva versión de El Quijote de Terry Gilliam. Por eso le da igual el brillo de Hollywood, contento con la vida que lleva junto a su esposa y compañera de estudios, Joanne Tucker, y su perro Moose, en su apartamento de Brooklyn. Como sus otros amigos de viaje, lo que le interesa es el trabajo, no la fama.
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