Vuelta al arquetipo
Hoy le he prometido un huevo de chocolate a mi hija, uno de aquellos de toda la vida. Un huevo que dentro esconde una sorpresa. Cuando se lo he pedido a la dependienta, ella me ha preguntado si quería la versión niña o el normal. ¿Cómo? Mi primera reacción ha sido pensar que no nos estábamos entendiendo, pero después, al ver que me señalaba un huevo con el envoltorio rosa, lo he visto claro. Ya estamos.
Ahora resulta que hemos estado comprando huevos macho toda la vida y nosotros sin saberlo. Bien, pues he dejado escoger a mi hija y el azar ha querido que escogiera uno “normal”. ¿Qué necesidad había de diferenciar por género los huevos y regalos de toda la vida? He preguntado y la campaña hace tiempo que está. ¿Cómo puede ser que funcione? ¿Nadie se ha quejado?— Sara Chuang Carreras. Barcelona.
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