Pilar Adón y ‘Terry’, el perro del cazador

EL SUELO de la casa de la escritora Pilar Adón está cubierto de alfombras. Las colocó en 2015 por Terry, un bretón de 11 años que resbalaba con las pezuñas por el parqué. Este perro ha transformado su relación con los animales. Su padre era cazador y siempre estuvo acompañado de perros. “Algunos tuvieron un final trágico”. Como Nela, la que más recuerda. Murió envenenada. Otros, por heridas de bala en alguna cacería. Desde pequeña, Adón sentía que no debía encariñarse con ellos. Un conflicto reflejado en su poemario La hija del cazador (La Bella Varsovia)

El último perro de su padre fue Terry. Adón lo conocía bien porque iba con frecuencia al pueblo a escribir y se hacían compañía. Cuando dio forma a su última novela, Las efímeras, pasó una larga temporada sola con él. Hace un año, su padre dejó de cazar y ella se trajo a Terry a Madrid. “Hasta entonces, pensaba en el perro como un ser inteligente que ha sabido adaptarse a otro ser inteligente –el hombre– para conseguirlo todo sin tener que hacer nada”. La convivencia le ha hecho cambiar de opinión. Antes podía estar horas y horas escribiendo en el salón. “Ahora, aunque suene a tópico, Terry me obliga a salir, y me viene bien”. Después de un día largo de trabajo, su mirada le arranca una sonrisa y hace que todo parezca más sencillo. “No voy a decir que sea un amor como el que corresponde a otro ser humano, pero esa fidelidad me atrapa”.

Nani Gutiérrez