Blasfemar con hormigón, construir para la eternidad
Grand Central Water Tower, Midrand, Sud África, 1996 de GAPP Architects & Urban Designers.
FOTO:GAPP Architects
El brutalizo es un estilo sin tiempo. Eso parece pensar Peter Chadwick, que ha analizado sus atributos y ha juntado cientos de ejemplos de diversas épocas en el libro This Brutal World (Phaidon). Chadwick es diseñador gráfico. Creció en el Nordeste del Reino Unido, un paisaje sembrado de la arquitectura que genera la industria pesada. Allí, en la Planta Química ICI de Wilton, filmó Ridley Scott –que también era de la zona- su película Blade Runner. Por eso, mucho antes de que en 1966 el desaparecido crítico británico Reyner Banham acuñara el término brutalismo para preguntarse si era ético o estético -The New Brutalism: Ethic or Aesthetic? fue el nombre de su ensayo-, y antes de que, convertido en estética, se popularizara como estilo en Brasil, EEUU, Canadá, Alemania, Australia o Europa del Este –seguramente donde más triunfó-, la brutalista ya era la arquitectura favorita de Chadwick y su hermano Simon.
Biblioteca Geisel, University of California, San Diego, California, 1970 de William Pereira & Associates.
FOTO: University of California, San Diego
Stone House / Interni Think Tank, Milán, Italia, 2010 de John Pawson. FOTO: John Pawson
Capilla Sunset, Acapulco, Mexico, 2011 de Bunker Arquitectura. FOTO: Bunker Arquitectura
El diseñador detalla en el prólogo del libro hasta qué punto la visión de esos edificios definió su mirada como creador. Puede que fuese la fuerza de esos inmuebles, puede que la integridad que defendían los arquitectos –al estar hechos únicamente con hormigón-, pero Chadwick leía en ellos una rotundidad, una razón de ser y un heroísmo que, no en vano, le valió a esa arquitectura el sobrenombre de periodo heroico. Era el esfuerzo por trabajar con ambición, intensidad y auto-exigencia asumiendo el bien común y construyendo con escasos medios lo que determinó muchas de estas arquitecturas que, sin embargo, en demasiados casos terminaron por ser demolidas a principios del siglo XXI.
Estación de autobuses en Casar de Cáceres, 2003 de Justo Garciá Rubio. FOTO: Justo Garciá Rubio
Centro de Exposições do Centro Administrativo da Bahia, Bahia, Brazil, 1974 de João Filgueiras Lima, (Lelé),
FOTO: Fran Parente
Whitney Museum of American Art, Nueva York. 1966 de Marcel Breuer and Associates. FOTO: Bettmann/CORBIS
A los precursores -del Whitney de Marcel Breuer a tantos de los edificios de Le Corbusier (las Unités d’ Habitation, Ronchamp, Chandigarh) les siguieron los nuevos de Alison y Peter Smithson -el New Brutalism de finales del siglo pasado-, sin embargo, el término permanece ambiguo: no ha contestado a la pregunta formulada por quien lo acuñó y a pesar de ello, o tal vez por ello, continúa siendo fuente de inspiración para los arquitectos más notables del planeta.
Así, Chadwick cita trabajos recientes de Peter Zumthor (la Capilla del Hermano Klaus en Alemania) o Tadao Ando (el Centro Sada para artes en México) entre los herederos actuales. Explica que, cuando en 1982 la Reina Isabel inauguró The Barbican, en la City londinense, la monarca declaró que se trataba de “una de las maravillas modernas del mundo”. El autor de este ensayo visual va más allá al dejar a un lado el uso fundamental del hormigón para incluir entre los edificios brutalistas contemporáneos la ciudad vertical que OMA levantó con Der Rotterdam.
Salk Institute, La Jolla, California, 1965 de Louis Kahn. FOTO: Benja- min Antony Monn/ARTUR IMAGES
De Rotterdam, Róterdam, 2013 de OMA. FOTO: Matteo Rossi/ARTUR IMAGES
Entre proyectos como el Parque arquitectónico de Jinhua que Herzog & De Meuron idearon en China hace una década y que sirve de portada al libro, también hay firmas y edificios españoles. El más notable: la estación de autobuses del Casar de Cáceres que Justo García Rubio construyó en 2003 atendiendo a la vez a la ética –costó 40 millones de pesetas- y a la estética. Entre los referentes más conocidos sobresale la reivindicación de muchos autores latinoamericanos: Alberto Linner en la Costa Rica de los setenta, Clorindo Testa en la Argentina de los sesenta o BAK Arquitectos en la Argentina de hoy.
Assembly Building, Chandigarh, India, 1962 de Le Corbusier. FOTO: Fondation Le Corbusier. Courtesy DACS
Günter Grass escribió que los brutalistas blasfemaban con hormigón y construían para la eternidad. Eso parece indicar con su compendio Chadwick: no sólo la larga vida de los edificios, también la rotunda vigencia de sus formas y el infinito recurso de su estética. A veces también de su ética.
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