Tiempo de reformas
Superado el bloqueo, es hora de hablar de los retos a los que nos enfrentamos
Estamos viviendo un tiempo político excepcional. A una crisis económica y financiera de una intensidad sin precedentes en nuestra historia reciente hemos sumado una profunda crisis de representación política. El nivel de vida de los españoles ha retrocedido una década y la desigualdad ha aumentado al mismo tiempo que conquistas sociales que los españoles consideraban irreversibles han sido puestas en cuestión. Y en lugar de dar una respuesta rápida y eficaz a las necesidades de la ciudadanía, las instituciones, sobre todo los partidos políticos, se han mostrado inoperantes y anquilosados, cuando no presos de la corrupción o de las divisiones internas. No es de extrañar que en el caldo de cultivo facilitado por el desempleo, la desigualdad y la corrupción, la desafección se haya extendido entre la población.
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Al efecto encadenado de esas crisis —económica, política y social— hemos añadido una situación de bloqueo político que, al prolongarse durante casi un año, ha impedido que se pudieran adoptar las decisiones necesarias para garantizar que la recuperación económica no deje a nadie atrás, y, a la vez, crear el espacio para una discusión sobre cómo enfrentarse a los grandes retos que tenemos en el horizonte más inmediato.
Aunque España puede enorgullecerse de haber logrado poner fin a la violencia terrorista y, a diferencia de nuestro entorno, de estar libre de la lacra de la extrema derecha xenófoba, la lista es tan larga como desmoralizadora: al deterioro institucional hemos añadido la pérdida de la calidad en el empleo, el cuestionamiento de la viabilidad del sistema de pensiones, el deterioro de la calidad del sistema educativo o la emergencia del desafío secesionista en Cataluña, todo ello en un contexto europeo e internacional sumamente frágil en el que España se ha volatilizado como actor.
Por eso, cuando está a punto de ponerse fin al bloqueo político que nos ha atenazado durante el último año, EL PAÍS quiere lanzar desde sus páginas una serie de debates que nos permitan analizar a fondo los retos a los que nos enfrentamos. Se trata de que levantemos la mirada del día a día y juntos intentemos entender cómo se están transformando nuestras sociedades.
Cómo nacemos, vivimos, aprendemos, trabajamos, producimos, consumimos, nos informamos, emparejamos, enfermamos, jubilamos y morimos: no hay orden de nuestra vida que no esté sometido a una profunda revolución. Sabemos mucho sobre lo que necesitamos hacer (volver a conectar a la ciudadanía con la política, crecer inclusiva y sostenidamente, contribuir a diseñar un mundo más justo, libre y seguro) pero muy poco sobre cómo hacerlo. Solo sabemos que nada será igual y que el pasado no nos va a servir de guía, excepto en un sentido: el de recordarnos que los mejores logros de este país han sido resultado de los acuerdos y de las reformas; y los peores fracasos, consecuencia de las divisiones y las rupturas.
En la España de los últimos años ha habido demasiados recortes y pocas reformas, muchas tensiones y pocos acuerdos. Es tiempo de mirar hacia adelante, es tiempo de reformas.
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