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Tribuna
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El PSOE no está solo

El problema de los socialistas en España es el de toda la socialdemocracia a escala europea

Reunión de la gestora que dirige el PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general.
Reunión de la gestora que dirige el PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general.Zipi (EFE)

Fue todo tan distinto hace sólo unos pocos años. A finales de los noventa, los socialdemócratas crecieron en todos los rincones de Europa. Políticos de izquierda participaban en los Gobiernos de 12 de los (entonces) 15 Estados miembros de la Unión Europea, dominaban la Comisión Europea y fueron el segundo grupo más numeroso en el Parlamento Europeo. Por si fuera poco, el presidente Bill Clinton y los “Nuevos Demócratas” definían una política nueva en EE UU y el progreso de la socialdemocracia era imparable. O al menos eso parecía.

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La profunda crisis que afecta ahora al PSOE es más aguda que en otros partidos de la izquierda en Europa, tal vez con la excepción del PASOK en Grecia. Pero PSOE y el PASOK no son los únicos. Después de la crisis económica de 2008 muchos predijeron una oportunidad histórica para la izquierda en los países del mundo desarrollado; pero no ha ocurrido y el declive de la socialdemocracia es uno de los rasgos más notables de nuestra época. Tomando prestada la famosa frase de Karl Marx, hay un fantasma que recorre Europa, pero no del comunismo, sino del colapso de la socialdemocracia.

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En Alemania, el SPD, la formación más antigua de los partidos socialdemócratas del continente, es socio menor en el Gobierno en Berlín. Los votantes alemanes confían más en Angela Merkel —Die Mutter de la derecha— que en cualquier otro político. Y donde hay descontento, muchos prefieran seguir al ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) que votar al SPD.

En Francia, el apoyo al Partido Socialista está por los suelos. Hay elecciones presidenciales en 2017, pero es poco probable que el pueblo francés vaya a concederle al actual dirigente socialista François Hollande un segundo mandato. Incluso es dudoso que alcance la segunda ronda de la votación. Y será una humillación total si le gana Marine Le Pen, del Frente Nacional.

En Reino Unido, el Partido Laborista británico está dividido en dos y se ha hundido en la peor crisis desde su formación hace 100 años. Hay dos facciones que luchan por el control del partido y a veces parece que sólo se hablan en los tribunales o intercambiando insultos en Twitter. Y por desgracia para los socialdemócratas hay una larga lista de etcéteras. Desde Varsovia hasta Budapest, Gobiernos populistas, nacionalistas y xenófobos están impulsando la nueva Europa. Tal vez lo peor de todo es que muchos de los votantes que les dan la espalda a los socialdemócratas son los votantes de la clase obrera.

Muchos partidos de la izquierda tradicional carecen de respuesta a las preguntas más importantes

Como en el PSOE, muchos partidos de la izquierda tradicional tratan de responder a la pregunta: ¿por qué sucede esto? Al nivel básico la respuesta es sencilla: existen. Un partido político existe para ganar elecciones y las formaciones socialdemócratas no lo están haciendo. Simplemente no tienen respuestas a las preguntas más importantes o lo que los estrategas llaman “una oferta” y una “narrativa”.

Cada país es diferente, pero en España, por ejemplo, es fácil de entender. La oferta del PP es la estabilidad y una continuidad: España no se ha hundido como Grecia y el país está mejorando. La oferta de Ciudadanos es una limpieza del sistema —la erradicación de la corrupción y renovación de la política— sin otros cambios radicales. La oferta de Podemos es una política económica contra la austeridad y un asalto radical para reducir las desigualdades. ¿Y cuál es la oferta del PSOE? Las políticas de austeridad comenzaron bajo el control de un Gobierno del PSOE. La corrupción ha florecido bajo los Gobiernos socialistas. Y después del espectáculo que han dado en los últimos días, vincular a los dirigentes del PSOE con estabilidad parece una broma.

En un sentido, el PSOE es una víctima de su propio éxito. Los socialdemócratas han cumplido con su objetivo histórico. El Estado de bienestar, las pensiones, la educación universal y un sistema de sanidad gratuita son logros llevados a cabo por los socialdemócratas o como resultado de sus presiones. Pero estos eran los retos del siglo XX y ahora hay nuevos desafíos para el siglo XXI. Las preocupaciones de los votantes, como las desigualdades económicas, la migración masiva y los efectos de la globalización ya son distintas. Si los socialdemócratas no empiezan a encontrar políticas coherentes en estos temas, la cuestión de quién manda en el PSOE —o en cualquier otro partido socialdemócrata en Europa— es irrelevante, porque no volverán a ganar jamás.

David Mathieson es escritor. Entre 1996 y 2002 fue asesor de Robin Cook, ministro británico de Exteriores.

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