El fin de la dehesa
EL PAÍS describía la situación de las dehesas en el sur, afectadas por enfermedades y por la falta de incentivos para mantener la economía asociada a este hábitat. Pero hay otro peligro mayor: las personas. En las dehesas de la zona de Salamanca se han instalado algunas urbanizaciones en las que el único interés de propietarios de parcelas es cultivar césped y organizar barbacoas. El agua que este césped, fuera de ambiente, necesita está ahogando las raíces de las encinas de estos reductos rurales forzados a un nuevo ecosistema. Se encienden barbacoas debajo de las encinas y, si estas son afectadas y se estropean y afean la “propiedad”, se talan sin mayor miramiento, ni por parte de los propietarios ni de los Ayuntamientos que saben de estas actividades.— Lola Pereira. Salamanca.
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