La última peripecia del Fondo Kati
Manuscritos del Fondo Kati.
Han pasado 549 años desde que el juez musulmán Ali ben Ziyad al-Quti se viera obligado a abandonar su ciudad de Toledo llevando consigo los manuscritos que pertenecían a su familia y que él mismo custodiaba con celo. El viaje de estos documentos fue azaroso e incierto y acabó en la mítica Tombuctú, donde la colección se fue enriqueciendo a lo largo de los siglos gracias a los ilustres descendientes del célebre cadí. En esos viejos legajos, amenazados y obligados a dispersarse de nuevo en 2012 a causa de la ceguera yihadista, está recogida una parte de la historia de Al Andalus, pero también de grandes imperios africanos que se asentaron en la Curva del Níger, como el de Malí o el Songhay. La idea es que el próximo año 2017 una muestra de los manuscritos sea expuesta en Toledo y Jerez, aunque aún se negocia la ubicación exacta. Esta es la historia del último viaje, por ahora, del Fondo Kati, también conocida como la Biblioteca Andalusí de Tombuctú.
Fue la intolerancia religiosa la que obligó a Ali ben Ziyad al-Quti a salir de su ciudad natal de Toledo, cargado con decenas de manuscritos en hebreo, árabe y castellano. Y, curiosamente, vuelve a ser el fanatismo de quienes pretenden imponer su monolítica visión de Dios el que traerá una parte de esos documentos de vuelta 550 años después. Uno de los artífices de este retorno temporal es, sin duda, Ismael Diadié, descendiente de Ali ben Ziyad y actual custodio y guardián de la biblioteca. Durante años, se ha encargado de proteger y agrandar la colección familiar y urdió en secreto el plan para hacerlos salir de Tombuctú y dispersarlos en abril de 2012, pocos días después de la ocupación de la ciudad por parte de grupos yihadistas. Desde entonces reside en España, hasta donde se trajo una veintena de manuscritos que hoy están a salvo en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
Sin embargo, la mayor parte del Fondo Kati, que cuenta en total con 12.714 documentos, quedó atrás y sigue aún en Malí, un país marcado por la inestabilidad, la violencia yihadista y el conflicto intercomunitario. Al igual que ocurre con otras bibliotecas privadas de Tombuctú, muchos de los manuscritos se encuentran en la ciudad de Bamako bajo la atenta vigilancia de la asociación Savama, fundada hace más de veinte años por Abdelkader Haïdara. Allí, en un discreto edificio del barrio de Baco Djikoroni, se está llevando a cabo una inmensa y lenta labor de catalogación y digitalización de los más de 370.000 legajos que huyeron del radicalismo. La Biblioteca Andalusí espera su turno, pero Diadié y la Fundación Fondo Kati que él mismo preside han previsto que una parte significativa de estos papeles también puedan viajar y ser restaurados y expuestos en España.
Abdelkader Haïdara, en la sede de Savama en Bamako. / J.N.
Con el objetivo de poner en marcha el traslado de los manuscritos, el vicepresidente de la Fundación Fondo Kati y directivo de DKV Seguros, Antonio Vila, se trasladó el pasado mes de febrero a Bamako donde se reunió con responsables culturales del Gobierno maliense y de la Embajada de España. Asimismo, tuvo ocasión de conocer la sede de Savama y discutir con Abdelkader Haïdara la oportunidad de agilizar la digitalización de los manuscritos de la Biblioteca Andalusí, lo que ha ocurrido con 25 de ellos. Sin embargo, para que el desplazamiento de tan preciado tesoro sea posible la familia propietaria exige toda las garantías y quiere que estén definidas las sedes donde se van a albergar, por lo que ahora toca cerrar los correspondientes acuerdos.
Tras descartarse Tarifa, las ciudades escogidas finalmente son Toledo y Jerez de la Frontera, con quienes la Fundación Fondo Kati tiene las negociaciones avanzadas. Vila asegura que el convenio con el Gobierno de Castilla La Mancha y el Ayuntamiento de Toledo se firmará en breve, mientras que las reuniones con los responsables de la Junta de Andalucía y la Corporación municipal jerezana están también en curso. “Está todo muy avanzado”, remacha Vila, quien insiste en que llevan dos años negociando con ambas ciudades y aunque otras, como Málaga, se han puesto en contacto con la Fundación, sus prioridades siguen siendo Toledo y Jerez.
En todo caso, la inauguración de la exposición, momento en el que por primera vez se podrá contemplar una significativa muestra del Fondo Kati en España, tendrá lugar el próximo año 2017, justo cuando se cumple el 550 aniversario de la simbólica salida de esta colección desde Toledo hacia el continente africano. Para ello se pretende crear un evento de especial interés público al que la Fundación quiere poner el nombre de Paz entre Culturas. A tal fin, Antonio Vila asegura que se ha puesto en contacto en varias ocasiones con el secretario de Estado de Cultura en funciones, José María Lassalle.
El viaje de los legajos, en todo caso, sería de ida y vuelta. El propio Ismael Diadié ha asegurado siempre que el lugar donde debe permanecer este fondo es Tombuctú, pero que desgraciadamente en este momento no se dan las condiciones de seguridad para ello. La idea de la Fundación es que los manuscritos vengan a España e incluso puedan itinerar, pero siempre con la intención de un regreso a la mítica ciudad africana cuando sea posible. “No vendrán para quedarse, Tombuctú es y seguirá siendo la sede de la biblioteca”, dijo Diadié hace tres años y esta sigue siendo su intención.
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