Gracias, Ecuador
En enero de 2015, una de mis hijas y su compañero, ambos licenciados en Bellas Artes, cansados de buscar trabajo (ella, con 32 años, sin resultado alguno; él, con 34, saltando intermitentemente del paro a la interinidad), decidieron poner fin a una situación que, poco a poco, les iba minando la energía vital que acompaña a esos años y volaron a Ecuador. Pocos meses después, ambos encontraron empleo como profesores en dos magníficos colegios de Quito.
Desde entonces, ha cambiado su forma de ver la vida. La angustia que les producía estar atrapados aquí, en España, en este presente desolador desde el que atisba un horizonte a corto y medio plazo lleno de nubarrones, ha dejado paso a la ilusión; la que transmite el hecho de ejercer la profesión elegida después de tantos años de estudio y sacrificio.
Por todo ello, gracias, Ecuador.— Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid).