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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Gentrificaciones latinoamericanas

Barrio de Getsemaní, Cartagena de Indias, Colombia. Foto de Frank_am_Main

No se hace sino hablar de gentrificación. He ahí uno de esos conceptos que están exigiendo un poco más de delicadeza a la hora de emplearlo, manoseado como está para etiquetar todas las dinámicas de rehabilitación o reforma de barrios o centros urbanos. No se trata de descartarlo como instrumento tanto descriptivo como analítico, pero convendría utilizarlo con un poco más de prudencia. Sabemos que el término debió utilizarlo por primera vez Ruth Glass en su trabajo sobre la sustitución de población que estaban conociendo ciertos barrios de Londres en la década de los 60 y que consistía en que familias de clase media se instalaban en barrios hasta entonces depauperados del centro de la capital británica. Neil Smith ha seguido la pista de cómo este tipo de dinámicas se producen de manera esporádica en ciudades como Nueva York hasta generalizarse en la década de los 90 y acaban afectando a ciudades hoy de todo el planeta. Ahora bien, lo cierto es que este término ha acabado sirviendo como denominación de origen de procesos urbanísticos y sociales muy diferentes entre sí, tanto por sus circunstancias como por las lógicas que los animan.

El relevo de clase en el vecindario de un sector urbano es un fenómeno cada vez más frecuente, es cierto, pero puede estar conectado con dimensiones económicas, político-institucionales o socio-culturales que son siempre particulares y que están pidiendo a gritos una tipificación bastante más matizada que la de gentrificación. Por no hablar del papel que juegan promotores, comerciantes, vecinos, usuarios, industrias culturales... y que implican articulaciones que son también originales en cada proceso, articulaciones para cuya digresión sería bueno aplicar la sensibilidad con que autores como Pierre Bourdieu han atendido la importancia de los trenzados entre factores socioculturales, económicos, simbólicos, etc., sobre todo porque en definitiva las preferencias en materia residencial son variantes del papel del gusto como mecanismo de clasificación social, acaso el asunto central en el pensamiento del sociólogo francés.

Así, el papel de la variable "clase", que se coincide en considerarlo injustamente como pasado de moda, asume en este tipo de fenómenos un lugar central, respecto del cual la constelación de factores clave puede ser amplia. Por ejemplo, puede intervenir la valoración creciente de la mixtura social y étnica que está en la base de la puesta en valor de ciertos barrios; o el atractivo de zonas que tienen un estatuto simbólico asociado a la clase obrera y que son codiciadas por clases medias con mala conciencia social. Por no hablar del papel gentrificador de ciertas formas de ocio o de consumo. O el que juegan sectores alternativos o incluso hasta hace poco marginales, lo que hace que la presencia, por ejemplo, de locales de ambiente homosexual o de casas "okupadas" pueda convertirse en fuente de prestigio para una zona y por tanto de revalorización. O el papel de los colectivos de artistas o de miembros de la llamada "clase creativa". Incluso una cierta mala reputación puede ser un factor de atracción para un barrio, que pasa a ser codiciado por su imaginario canalla.

Lo importante es que se entienda que eso que llamamos gentrificación implica el concurso y la articulación de estrategias residenciales e inmobiliarias que deben ser consideradas a partir de la singularidad de cada caso, por mucho que el marco determinante sea, en última instancia, grandes dinámicas urbanísticas que afectan a ciudades y regiones, incluso a países, y de los que el contexto de referencia puede llegar a ser mundial, como hemos visto que ha estado pasando en una última etapa con los efectos de la crisis económica.

Estas consideraciones sobre el uso acrítico del concepto de gentrificación vienen a cuento a propósito de la aparición de un libro bien ilustrativo de esa necesidad de definir mejor ese tipo de procesos que son a la vez urbanísticos, inmobiliarios y, por supuesto, sociales. Se trata del volumen en que se recogen las intervenciones en unas jornadas celebradas en 2014 en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México y que aparece bajo el título Perspectivas de estudio de la gentrificación en México y Latinoamérica (UNAM, 2015), resultado del trabajo compilador de Ibán Díaz, Victor Delgadillo y Luis Salinas.

En el libro se recoge una buena muestra de la versatilidad de este tipo de fenómenos. Así, nos encontramos con la gentrificación impulsada y gestionada por la propia Administración en barrios bonaerenses como La Boca, San Telmo, Barracas...; el papel del ejército en la "preparación" para los fastos olímpicos de favelas como Santa Marta, Cantagalo y Vidigal, en Rio de Janeiro; el lugar clave otorgado a las políticas de patrimonialización en el caso del centro histórico de Lima, o del turismo en el barrio de Getsemaní, en Cartagena de Indias; las iniciativas en orden a generar espacios públicos "de calidad", como en el caso de la zona de la Alameda, en Ciudad de México; las políticas estatales de promoción inmobiliaria en el barrio Yungay, en el centro de Santiago de Chile...

Toda una colección de estudios de caso que muestra la complejidad y diversidad de situaciones urbanas que puede cobijar un concepto, gentrificación, de cuyos efectos simplificadores deberíamos mantenernos alejados.

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