Juego político y terrorismo
Los terroristas que atacan en nombre de su religión tienen un plan mucho más efectivo que el de los países atacados y por atacar. También es un plan muy difícil de desarticular o prever al no haber ni límites geográficos ni de moral por su parte. Su objetivo prioritario son los países occidentales, pero mientras pueden actuar en ellos, realizan actos de barbarie en países menos mediáticos como Bangladesh, Sudán, Pakistán, etcétera, sin olvidar los de Túnez y Egipto. Su estrategia está clara: matar occidentales, matar sin razón, destruir las fuentes de ingresos de países “enemigos”, o de los países de su religión que no siguen el islam radical. Pero, sobre todo, buscan destruir los sistemas democráticos, enfrentando a la población, a los políticos de los diferentes grupos, y promoviendo que regímenes de extrema derecha lleguen al poder. Esto llevaría a una mayor radicalización de los inmigrantes ya legalmente en territorio europeo, con el subsiguiente peligro que significa para todos. Confiemos en que entre la sociedad civil y los políticos encontremos una solución a esta pesadilla, evitando siempre caer en su trampa.— Emilia Celerín Broce. Majadahonda (Madrid).
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