La alternativa
El PSOE olvida que un partido no es oposición si no la hace
A escasos 14 votos de diferencia quedó Patxi López de Ana Pastor para ser elegido presidente del Congreso. La posibilidad de ese nombramiento era real. A poco que el PSOE hubiera negociado proactivamente y con transparencia con sus adversarios políticos, se habría conseguido tener un presidente del Congreso de un partido distinto del que probablemente será el partido del Gobierno. Habríamos avanzado hacia la lógica parlamentaria frente al presidencialismo que hasta ahora ha dominado nuestra vida política.
El PSOE vuelve a caer en la “trampa reactiva”. Deja que otras fuerzas tomen la iniciativa y definan los términos del juego político. Lo curioso es que el mismo día de constitución de las Cortes, su secretario de Organización, César Luena, declaraba que “el PSOE votará en contra porque el PSOE es la alternativa y tiene que estar en la oposición”. Como si ser alternativa fuera un acto de “nominación” mediante el cual uno se constituye en lo que expresa a través del mero acto de su expresión.
Se le olvida al secretario de Organización que las alternativas se construyen, no se dicen, y que un partido no es oposición si no la hace. Se le olvida que para hacer oposición también se necesita liderazgo, y que el liderazgo es liderar hacia nuevas posiciones políticas, no reaccionar ante lo que otros hacen. El vencedor de las elecciones ha sido Rajoy, pero la oposición es un espacio político donde es posible hacer políticas proactivas, transmitir valores alternativos, cambiar los términos del debate, introducir temas específicos que entren en la discusión pública. Para eso, el PSOE debería plantearse algunas preguntas.
¿Quiere ser alternativa de gobierno y asumir responsabilidades de Estado aunque no esté en el Gobierno? ¿Tiene un proyecto socialdemócrata que aborde los retos de la globalización dentro del marco europeo? ¿Cómo piensa integrar a los jóvenes y las expectativas creadas para ellos con la democracia?
Por su parte, la izquierda tiene que pensar en superar la aversión mutua en sus dos grupos. Ambas formaciones deben esforzarse por recomponer las relaciones de sus liderazgos y poner en común propuestas programáticas. Este país necesita un Gobierno, sí. Pero también una oposición.
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