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Tentaciones

¿Por qué nos engancha tanto el 'cuñadismo' en televisión?

Bertín Osborne, los debates, el machismo encubierto... algunos de los mayores éxitos de la televisión caen en todos los tópicos de lo 'cuñado'. ¿Será porqué todos lo somos?

Ejemplo gráfico: Bertín burlándose de Maduro. La pegatina de la botella de vino tampoco tiene desperdicio.
Ejemplo gráfico: Bertín burlándose de Maduro. La pegatina de la botella de vino tampoco tiene desperdicio.

Asumámoslo. El segundo advenimiento del cuñadismo ha llegado a televisión para quedarse. Nos habíamos creído que después del destape y del fin de las galas de José Luis Moreno -menos mal que 'La Alfombra Roja Palace' no funcionó- había terminado todo, pero estábamos muy equivocados. Puede que hayamos evolucionado, que nuestros formatos no tengan nada que envidiar a los americanos -¡risas!-, que hasta hayamos colado hombres desnudos en la casa de Gran Hermano y en prime time, pero nada de eso es suficiente. Nuestro corazón es cuñado y contra eso no se puede luchar. ¿Hay algo que guste más al público español que un hombre heterosexual en pantalla soltando tópicos de cajón como si fuesen verdades absolutas y sacando el gracejo campechano para ganarse las simpatías del respetable? Si echamos un vistazo a las audiencias, parece ser que no.

El inesperado éxito del regreso de Bertín Osborne a televisión, con sus teatritos en la cocina y sus muestras de machismo cotidiano, ha despertado un filón que teníamos un tanto adormecido. Cuñadismo fino para alimentar a las masas. Incluso Mediaset pospuso el reality de las Campos para darle cabida al crooner, denominación que se aplica a cantantes masculinos cuando interpretan cierto tipo de canción popular clásica. Rápidamente, Televisión Española se puso manos a la obra para rellenar su hueco. Juan y Medio con un programa de niños y Javier Cárdenas con un talk show fueron los afortunados. Y, claro, las redes sociales se cayeron con tanta crítica. ¿De verdad los impuestos públicos están pensados para financiar este tipo de fichajes? Pues parece que nada lo impide. Y eso que todavía no hemos visto ni sus programas. ¡Madre mía cuando llegue el estreno!

Pero, ¿por qué nos gusta tanto el cuñadismo? ¿Por qué nos rendimos a sus cuestionados pies y les aplaudimos con todas nuestras fuerzas? ¿Qué demonios nos pasa por la cabeza en pleno 2016? Intentemos dar una respuesta:

Nos pirra el chusquerío

Eso que ha decidido llamarse 'humor inteligente' -ojalá alguien abra ya este melón- está muy bien, pero apelar a los instintos más bajos de la naturaleza humana siempre funciona. ¿Quién no ha sentido ese placer culpable de disfrutar con algo que sabe perfectamente que no debería hacerle gracia? Ahí apela el cuñadismo. En sacar lo peor de cada uno, darle la vuelta y convertirlo en humor aparentemente inocentón. El problema es que no consigue ninguno de sus objetivos. Negarse a ver que la sociedad ha evolucionado y que lo que antes podía ser aceptable, hoy no lo es, es no querer ver la realidad. No es que ahora no se puedan hacer 'chistes de mariquitas', es que se confunde la denigración con el humor y por ahí ya no pasamos.

España es bertinerPuede ser un dato esencial para entenderlo todo. ¿Y si España, así en abstracto, es fan de Bertín Osborne pase lo que pase? Fenómenos más extraños hemos presenciado. De la misma forma que los votantes pasan por alto la corrupción por algún tipo de valor superior que muchos no acaban de ver, los espectadores quieren a Bertín como un miembro más de su familia y le perdonan todo. ¿Que sigue anclado en el tópico de las mujeres saben cocinar mejor que los hombres? No pasa nada. ¿Que le importa poco burlarse de los demás pero se enfurruña cuando lo hacen con él? Nada, pelillos a la mar. Así son los fans, generosos con sus ídolos hasta el fin.

La nostalgia, que la carga el demonio Si descontamos a los 'millenials', que ya tienen bastante con ir cazando Pokémon y haciéndose vídeos de Snapchat, los demás nos hemos criado con las películas de Ozores, los chistes de Marianico 'el corto' y todo ese imaginario al que hemos rebautizado como 'caspa nacional'. Y no lo neguemos, nos divertía lo suyo. Lina Morgan Pajares y Esteso, las cosas de Ángel Garó. Varias generaciones de españoles rendidas al cuñadismo. Claro, ¡a ver quién se atreve a parar eso! La nostalgia llevaba demasiado tiempo agazapada, esperando el momento idóneo para salir...

Son las consecuencias del heteropatriarcado ¡Ha salido el gordo! No hay una semana en la que alguien, un tertuliano, un columnista, decida cuestionar la existencia del heteropatriarcado. Cómo si no fuese evidente que los siglos de dominación por parte de los hombres blancos y heterosexuales no hubiesen pasado factura a la conciencia social -¡uh, qué sorpresa!-. De la misma forma que el machismo y la homofobia continúan incrustados en el pensamiento global -y nuestro esfuerzo nos cuesta tratar de evitarlo-, el cuñadismo corre su misma suerte. Es el mecanismo ideal para sacar a flote los clichés del heteropatriarcado y permitir a sus acólitos expresarse con impunidad. Y todo bajo la excusa del humor. Como si nos hiciese una pizca de gracia...

Acabemos ya con el cuñadismo, por favor. Enterremos su popularidad y pasemos página. A ver si por fin nos damos cuenta de que todos esos 'inofensivos' comentarios no hacen más que fortalecer las discriminaciones y mantener unos estereotipos que deberían estar ya más que superados. Que estamos en 2016. Un poco de evolución, por favor.

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