Bertín Osborne o cómo rentabilizar una polémica con tu propio imitador
El presentador se enfrentó anoche al humorista con el que había mantenido un duro enfrentamiento. ¿Oportunidad para hacer audiencia con una pelea o una lección de buen humor? Bertín le confesó cosas como que había cantado para "el mayor narco de la historia"
“Habrá que traer al coletas”, le decía anoche el imitador de Bertín Osborne al propio Bertín. “No sé, no creo que quiera”, dudaba el presentador. “A ver si nos expropia la casa”. Tantos gigas gastados en análisis políticos del resultado de las elecciones, tantos expertos devanándose los sesos para encontrar una explicación a esa fuga de votos y escaños, y la respuesta la teníamos delante de nuestras narices. Basta con ver Mi casa es la tuya para entenderlo todo. Bertín Osborne resumió ayer, en cuestión de pocos minutos, el mensaje que ha calado en la sociedad y por qué ésta ha ido corriendo a votar a Mariano Rajoy. Y es que, nos pese lo que nos pese, nadie representa mejor a España -así, en genérico- que Bertín.
El espectáculo que ofreció anoche el cantante podría haber salido directamente de la mente del mejor director de 'Sálvame'
El aterrizaje del cantante en Mediaset, eso sí, ya ha empezado a dar sus frutos. Cuando comenzó su andadura en Televisión Española, hace cosa de un año y pocos meses, el cantante se convirtió en el refugio de aquellos que desprecian por sistema cualquier producto que huela a Telecinco, esa audiencia que siente urticaria cada vez que su mano roza el número 5 en su mando a distancia. Por fin encontraban un remanso de paz donde sentirse cómodos y comprendidos. "Esto no es como el Deluxe", se congratulaban los bertiners. Y sí, puede que tuviesen razón, al menos en parte. Gritar, no gritaban -lo de comer es otro cantar-, pero de ahí a pensar que todo el monte es bondadoso orégano... Tampoco nos pasemos. ¿O es que ya no nos acordamos de Mariló Montero retozando chistosa en aquella cama de matrimonio?
El espectáculo que ofreció anoche el cantante podría haber salido directamente de la mente del mejor director de Sálvame. Lejos de continuar su línea de entrevistas en profundidad, con sofá y teatrito en la cocina, Bertín se bajaba los pantalones ante la polémica y se tragaba, en riguroso diferido, los ataques que le habían enfrentado a Andreu Buenafuente. De calificar al presentador como “miserable” por haber realizado un sketch imitándole en una hipotética entrevista a Hitler -también a Maduro- a invitar a este imitador a su propio programa. La excusa, claro, hacer un divertimento donde el falso Bertín entrevistaba al verdadero Bertín. La realidad, una búsqueda más que evidente de rentabilizar un enfrentamiento que había copado todos los medios. Y eso que Tu casa es la mía arrasa los lunes. Imaginen si no fuese así.
El desarrollo, no se asusten, fue el de siempre. Ni un atisbo de arrepentimiento o disculpa por ninguna de las partes -pensará, suponemos, que el miserable es Buenafuente por permitirlo, no el pobre imitador por haber participado-. Bertín, el de verdad, comenzó el asunto tenso, con cara de poca confianza, mientras su imitador le abría las puertas de su propia casa. Pero, poco a poco, se fue relajando. Total, ¿hay algo que le guste más que hablar de sí mismo? Pues ayer tuvo la oportunidad de su vida. Chistes, risas, anécdotas que tan solo le hacen gracia a él, momentos dramáticos, confesiones como que había cantado para "el mayor narcotraficante de la historia", intervenciones de sus amigos, de sus hijas, de su mujer. Un onanismo televisivo dedicado a la mayor grandeza de Bertín Osborne. Solo faltó Arévalo. Ah, no, que bromeó con su presencia cuando se puso en marcha el cortacesped automático.
Total, ¿hay algo que le guste más que hablar de sí mismo? Pues ayer tuvo la oportunidad de su vida.
Ocurre con el presentador como pasa con Mariano Rajoy. No sabemos si es mucho más listo de lo que nos quiere hacer creer o si, por contra, es verdad que no se entera de nada. Ante la duda, apostaremos por la primera opción. Queremos pensar que lo de ayer no fue más que un acto de humor, un aceptar las cosas con deportividad y entrar al juego por la puerta grande, por mucho que el buen hacer de Javier Quero, el imitador, consiguiese enfrentar a Bertín a su versión más ridícula. Nunca sabremos si se la dio con queso o terminaron ambos dándonosla a nosotros. Lo que sí queda claro es que la maquinaria de Mediaset ha comenzado a funcionar. Y, la verdad, ya era hora. Si algo sabemos hacer bien en este país es avivar el fuego del conflicto. Eso y rendirnos ante el conservadurismo. De eso también sabe un rato Bertín.
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