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Escaladores, perfumes y el gato de Julian Assange

Hay muchas maneras de vender ropa y la pasarela masculina de la Semana de la Moda de Milán las explora todas

Daniel García López
El desfile mixto de Prada, que tuvo lugar ayer en la semana de la moda de Milán, estuvo inspirado en el senderismo y el alpinismo.
El desfile mixto de Prada, que tuvo lugar ayer en la semana de la moda de Milán, estuvo inspirado en el senderismo y el alpinismo.

En una temporada llena de ausencias e incertidumbres (marcas que cancelan desfiles porque aún no tienen director creativo o porque acaban de contratarlo, marcas que se retiran de las pasarelas de hombre para hacer espectáculos mixtos en el calendario de mujer), lo de Prada es una especie de milagro. Ayer por la tarde, sobre dos rampas de malla metálica, el alpinismo, el senderismo y lo rave se hicieron carne en un elenco mixto de modelos que desfilaban entre himnos de música de baile de los años noventa –una remezcla de Björk aquí, otra de Faithless allá–.

La propuesta de Moncler fue un guiño a la estética de explorador.
La propuesta de Moncler fue un guiño a la estética de explorador.

La ropa era entre técnica y alucinógena, como si North Face hubiera abierto una sucursal en el festival Burning Man, y coronada por un rosario de accesorios: mochilas, sombreros de andar, chubasqueros finísimos en colores vivos, y sandalias de plástico con suela ergonómica que deberíamos ver mucho el año que viene. El lujo no se encuentra ante un futuro muy halagüeño, ante lo que Prada ha decidido ofrecer producto con autoridad. Y no sólo chanclas y mochilas sino su perfume: la casa italiana aprovechó el desfile de ayer para presentar sus últimos dos perfumes, L'Homme y La Femme, producidos por la española Puig, y puso la guinda al acontecimiento con una cena para 500 personas en la Fondazione Prada. Entre los invitados estaba toda la primera fila del desfile: Jessica Chastain, Willem Dafoe, Milla Jovovich o Luca Guadagnino.

Bajo los perfumes, los accesorios, los famosos y el espectáculo, subyace la gran pregunta: averiguar qué es lo que hace que los clientes entren en las tiendas. Algo sólo un poco más fácil que intentar adivinar qué los atraerá mañana. Pero hay algunas certezas. Los desfiles-performance que Thom Browne organiza para Moncler, aunque representen una propuesta mucho más arriesgada que la ropa que suele poblar los puntos de venta de la casa, hacen que los plumíferos vuelen. El de ayer, una fantasía de exploradores, osos policía y prendas cubiertas de bolsillos en el canalé, el astracán o incluso las lentejuelas (tendencia), probablemente lo seguirá haciendo.

La propuesta de Prada para esta temporada se centra en una prenda entre técnica y alucinógena.
La propuesta de Prada para esta temporada se centra en una prenda entre técnica y alucinógena.

Para Salvatore Ferragamo, hasta ahora, la receta había sido la opuesta: una bonita puesta en escena, chicos guapos y ropa lujosa y realista, en sintonía con su clientela. Hasta ahora. La localización donde suele desfilar –la Bolsa de Piazza degli Affari– subraya su condición de miembro orgulloso del establishment. Pero su colección de primavera-verano 2017, la primera sin el diseñador Massimiliano Giornetti en 16 años, apunta a un futuro menos conformista. La colección del domingo es limpia, contemporánea, deseable y toca con delicadeza algunas de las teclas de la temporada: el estilo safari, las camisas amplias, lo vagamente étnico.

A Vivienne Westwood podría llamársele oportunista si no llevara en el negocio desde los días del punk, hace cuatro décadas, y si no supiéramos que la política es tal vez la cosa que menos gente atrae a una tienda. La diseñadora británica aprovechó su desfile para lanzar un alegato a favor de Julian Assange y de su gato (@EmbassyCat), pero la reivindicación habría dado igual si la colección no hubiera sido una maravilla. Una maravilla con todos esos tics de Westwood –estilo entre bucanero y palaciego, hombre y mujer, tribal y perroflauta–, que, como en los días del punk, parece que vuelven a ser lo que el mundo necesita.

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.

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