La memoria del diseño
Empresarios italianos recuperan sus modelos de mesa más legendarios
En 1957, el arquitecto de origen finlandés Eero Saarinen (1910-1961) —autor del monumental arco Gateway de Saint Louis y de la inolvidable terminal de la TWA en el aeropuerto Kennedy de Nueva York— firmó una de las mesas más famosas de la historia del diseño. Con sobre de mármol y un único pie central, la Tulip —en su versión circular u ovalada y en uno de sus tres tamaños— era la solución estructural perfecta para sujetar una mesa con el mínimo punto de apoyo y, por lo tanto, con espacio para acoger el máximo número de comensales. Que el diseño de Saarinen fue un éxito lo demuestra no solo que esa mesa se siga produciendo. También lo confirma el dudoso título de destacar en la lista de los diseños más copiados de la historia. Con todo, la mítica mesa que todavía produce la empresa norteamericana Knoll no fue estrictamente una pionera. Nada menos que dos décadas antes, el arquitecto italiano Piero Bottoni (1903-1973) había tenido una idea parecida. Y la había construido, con cemento armado, y anclado en el suelo del comedor de su Villa Muggia, a las afueras de Imola, Italia.
Corría 1936 cuando eso sucedía. Luego las bombas de la Segunda Guerra Mundial dejarían la famosa casa en ruinas y, sin embargo, la mesa continuaría existiendo —todavía lo hace— impertérrita y rodeada de destrozo en el centro de la vivienda. Con el tiempo, Bottoni ensayaría otras proporciones y otros materiales para producir su mesa Fenice de pie central con diversas maderas. Paradójicamente, el diseño de Bottoni, que fue premiado en la IX Trienale de Milán de 1951, no tuvo nunca el reconocimiento que alcanzó la mesa Tulip de Saarinen. Y, como tal, permanecía en el recuerdo de los arquitectos e historiadores italianos. Hasta que este año, la empresa Zanotta ha decidido hacer valer su nombre (Fenice es Fénix en italiano) y rescatar el diseño de sus cenizas para volver a producirlo. Tras dos años de investigación realizada en el politécnico de Milán, la nueva Fenice recuerda a la de Bottoni, pero es una pieza mucho más ligera. El tacto de la resina de cemento evoca a la original, pero el corazón de un polímero (Polimex) la convierte en un mueble mucho más funcional. Y ligero.
Icónica y funcional es la inolvidable Tube-chair que el irreverente Joe Colombo ideó en 1969 y que encontró mayor acomodo en las colecciones del MoMA y el Metropolitan de Nueva York que en los salones italianos. Jugando con una serie de tubos tapizados con espuma coloreada y sujetos con correas de cuero, la butaca de Colombo cambia de forma alterando el orden de los cilindros. Se adapta así al gusto del usuario. Todo un legado de diseño, osadía y atención al cliente que Capellini ha querido recuperar en la colección presentada este año. Que los mejores productores recuperen originales, en lugar de apostar por epígonos, llena de dignidad y esperanza el diseño.
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