CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

GAL-TAN

Hoy hay partidos verdes-alternativos-libertarios frente a tradicionales-autoritarios-nacionalistas

Alexander Van der Bellen, nuevo presidente de Austria.
Alexander Van der Bellen, nuevo presidente de Austria.Ronald Zak (AP)

Austria. Por primera vez en la historia, dos candidatos que no pertenecen a ninguna de las grandes familias políticas se disputan la presidencia del país. En una tensa segunda vuelta, el verde Alexander Van der Bellen derrota al favorito, el ultraderechista Norbert Hofer. Enfurecido, Hofer impugna los resultados. Los códigos de buena conducta de la política de posguerra quedan arrinconados.

Y también sus viejos protagonistas. Hay una epidemia de “pasokizaciones” y “democristianizaciones”. En Holanda, Alemania o Escandinavia los votantes socialdemócratas huyen hacia nuevos partidos cosmopolitas urbanos (verdes, feministas o liberales) o hacia movimientos xenófobos que prosperan en los suburbios depauperados. Y los democristianos desertan hacia formaciones menos ambiguas en su tradicionalismo.

Los partidos del eje político del siglo XX, izquierda-derecha, dejan paso a los partidos de lo que se adivina como la divisoria clave del siglo XXI. Los politólogos la llaman GAL-TAN, acrónimo en inglés de verdes-alternativos-libertarios frente a tradicionales-autoritarios-nacionalistas. El patrón es similar. Empieza en las urbes más dinámicas. Los socialistas se derrumban en Estocolmo, Stuttgart, Madrid o Barcelona. Y la dinámica se extiende, lenta pero inexorablemente, al resto del país.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Hay motivos para alegrarse. GAL-TAN es resultado no del fracaso (como oímos sin cesar), sino del éxito acumulado de unas políticas puestas en marcha durante décadas, ladrillo a ladrillo, por los partidos de centroizquierda y centroderecha. Hemos interiorizado tanto la regulación de una economía de mercado y las pensiones, sanidad y educación públicas, que los partidos tienen poco margen para diferenciarse.

Pero también hay motivos para preocuparse. El gran reto de nuestro tiempo —cómo conseguir un crecimiento inclusivo y sostenible— exige políticas innovadoras. Y los partidos GAL-TAN prefieren los gestos anecdóticos a las reformas estructurales. Lo atestiguan la apatía de Syriza y el ensimismamiento de los Verdes que gobiernan en el norte de Europa.

Que Dios, la Patria o la Madre Naturaleza les inspiren. @VictorLapuente

Regístrate gratis para seguir leyendo

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS