Perdón
Para que una disculpa sea efectiva, ha de pedirse con sinceridad y estilo
Los perdedores no solo pierden sino que tienen que disculparse. Y lo tienen que hacer con sinceridad y estilo. Ahí tienen al canciller Willy Brandt un frío 7 de diciembre de 1970 hincando las dos rodillas ante el monumento conmemorativo del levantamiento del gueto de Varsovia. El gesto no estaba preparado: el plan era que Brandt, que combatió a los nazis, primero dentro de Alemania y luego desde el exilio, depositara una corona de flores. Pero la fotografía dio la vuelta al mundo, convirtiendo la “genuflexión de Varsovia” (Kniefall von Warschau)en categoría para describir este tipo de gestos.
Si el gesto de Brandt funcionó no fue solo por la sinceridad, sino porque reflejaba un cambio profundo en la política alemana: en esa visita, Brandt firmaba el tratado que reconocía la frontera de ambos países en la línea Oder-Neisse, poniendo fin a siglos de irredentismo y revanchismo. Hacia el oeste, otra fotografía, esta vez de François Mitterrand y Helmut Kohl de la mano el 22 de septiembre de 1984 en el aniversario de la batalla de Verdún, donde murieron casi 700.000 franceses y alemanes, cerró la reconciliación entre Francia y Alemania. Pero aquí también, si el gesto funcionó fue porque Alemania había emprendido una política de integración económica y política (la Comunidad Europea) y militar (la Alianza Atlántica) con sus antiguos enemigos.
En Asia las cosas han sido diferentes. EE UU y Japón se han reconciliado, qué duda cabe, hasta convertirse en socios y aliados. Pero ni el emperador Hirohito se disculpó públicamente con EE UU de un modo comparable al de Brandt (dicen los historiadores que MacArthur despreció un intento de hacerlo) ni EE UU ha pedido perdón por el lanzamiento de dos bombas atómicas. También se discute mucho sobre si las disculpas de Japón hacia China y Corea han sido sinceras o suficientes y quién es el responsable de que no funcionen: un soterrado nacionalismo japonés que emerge de tanto en cuando, o el nacionalismo de chinos y surcoreanos, interesados en mantener la hostilidad hacia Japón como elemento conformador de la identidad nacional. En Europa se ha pedido perdón y se ha perdonado. En Asia no se perdona. Perdonar es cosa de dos. @jitorreblanca
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