Gracias, Bruce
Lo único que se me ocurre es darte las gracias. Has logrado que no haya más palabras con las que pueda resumir todo lo que nos has dado. No solo por un repertorio donde literalmente no faltó de nada, capaz de hacernos saltar y bailar con grandes clásicos y llorar de nostalgia a lágrima viva en cuestión de segundos bajo las luces que iluminaban desde las gradas, en pie. Gracias por ser capaz de reunirnos a todos con la misma pasión: veteranos discutiendo quién ha estado en más directos, familias enteras que han traspasado el idilio a los más pequeños y enamoradas platónicas que te envían besos desde los hombros de otros hombres. Gracias por lograr que 12 horas de cola a pleno sol, con lluvia inminente, piernas que no responden y taquicardias periódicas se hayan convertido en el mejor recuerdo de mi vida; 35 años después nos has vuelto a iluminar tú a nosotros. Ahora creo que también nos querías dar las “Gràcies, Barcelona”, y te quisiste despedir de nosotros de la mejor forma. Lo lograste, te pasaste. Gracias, Bruce.— Anna Guijarro Jiménez. Mataró (Barcelona).
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