Soberanía
'Britannia' no impera sobre las olas. En Europa hay grados de influencia, cotas de interdependencia, niveles de cosoberanía
¿Qué es un pijo? Quien calza mocasines americanos color burdeos, de borlas juguetonas, muy lustrosos, y no se entera de qué va la cosa. O sea, ¿David Cameron?
Cameron es un tipo capaz de espetar, sin sonrojarse: “Nosotros [los británicos] somos especiales, diferentes, únicos”. Y sin que nadie le eche en cuenta ese repugnante supremacismo nacionalista. Quizá porque al poderoso, si habla inglés y va de atribulado, todo se le permite, oh dear.
Pero en su discurso del Día de Europa, Cameron dijo muchas más cosas que esa sandez de atlante de bolsillo. Dijo, en plata, en qué consiste la soberanía. “Algunos arguyen que [fuera de la UE] mantendremos el pleno acceso al mercado único europeo; pero si es así”, recordaba, los brits deberán aceptar el libre movimiento de personas contra el que él mismo se movilizó; contribuir al presupuesto comunitario y aceptar todas las reglas “a la par que renunciamos siquiera a comentarlas”. En cuyo caso, concluía, “habremos cedido toda la soberanía en vez de recuperarla”.
Dice bien Cameron. ¿Imaginan a Reino Unido apuntando las normas que le dictan los demás, en vez de influir en ellas, como si fuese Noruega? No quienes conocimos al comisario británico —sir Leon Brittan, entonces— recitando a sus colegas la chuleta del Gobierno de Her Majesty como si fuera cosecha propia; la misma que nos deletreaba el embajador de HM ante la UE; la que leía la portavoz del Foreign Office; la que se imponía a tantos socios aficionados. ¿Reino Unido como la plácida Noruega? ¡Anda ya!
Así que la soberanía, en Europa y en 2016, consiste, como máximo, en formular tu visión, influir, codecidir. Lo sabe el más listo de los nacionalistas independentistas, el escocés Alex Salmond: “Es cierto que ningún Estado es totalmente independiente, todas las naciones, todos los Estados son interdependientes unos de los otros”, confesaba ayer a la SER, en conversación con el presidente catalán, Carles Puigdemont. Y luego se liaba buscando la soberanía... en la decisión matriz de ceder la soberanía.
Da igual que da lo mismo. No hay soberanías. Hay grados de influencia. Hay cotas de interdependencia. O niveles de cosoberanía. Britannia no impera sobre las olas. Como máximo, las sopla, borlas sobre mocasines burdeos. Y así Escocia y los demás.
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