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Tentaciones

¿Está la penetración pasada de moda?

No hace falta ver 'Amor', la narcisista película de Gaspar Noé, para darse cuenta de una cruda realidad: el sexo exhibicionista está en las antípodas del placer

Ilustración de David Uzquiza
Ilustración de David Uzquiza

Esta mañana en mi cama, Neri, Luap y yo estamos viendo Amor, la película de Gaspar Noé, un verdadero desfile de guapos ejemplares folladores cuidadosamente elegidos por el director para ponernos calientes sin ningún éxito, cuando el propio trasunto de Noé nos eyacula todo su narcisismo y un buen chorro de semen en la cara y tenemos de golpe la confirmación definitiva de que las pollas no nos están dejando ver el bosque y mucho menos el amor.

Empieza Neri, confesando que de un tiempo a esta parte apenas practica la penetración. Es vintage. Yo algo intuía, pero su razonamiento termina de convencerme. Me parece un tremendo coñazo, dice, hacerlo con esos tíos que te encuentras una noche —lejos de tu zona de confort feminista en donde por lo menos se ha oído hablar del cunnilingus— que solo piensan en meterla, pero están tan borrachos o drogados que no se les levanta o está medio blanda o la tienen tan pequeña que no sientes nada, o la tienen tan grande que molesta.

Y luego viene la parte en que hay que consolarlos porque no han cumplido. ¡Por qué no hacen algo que los haga sentir satisfechos, joder! Y a nosotras también, qué pobre empeño el suyo de centrar todo en una penetración absurda que nos pone tristes a todxs —clama Neri— y con la que al menos yo no tendré un orgasmo ni de pollas en vinagre. ¡Y las posturas! ¡Y el condón! Vaya basura.

"Qué pobre empeño el suyo de centrar todo en una penetración absurda que nos pone tristes a todxs"

Si no se lo ponen ya sabemos lo que pasa, ellos tienen el bicho, pero el papiloma, las verrugas, los dolores, la picazón los tenemos nosotras. Hay que joderse. Neri dice que se está quitando de la penetración, pero ahora Luap se levanta de la cama y ahí mismo asegura que ella también, lo que, como somos tendenciosas y nos basta con dos o tres casos para sospechar, confirma cierta tendencia.

Hablamos del inminente fin de la penetración. Ambas llevan años hablando del tema de las pollas, en algún momento se consideraron consumidoras habituales de pollas grandes e impetuosas, pero ya no, ahora les pasa todo lo contrario, ya no encuentran nada que las llene enteras, tanto así que se han preguntado varias veces si acaso las vaginas se ensanchan con el tiempo y eso que ni siquiera han sido madres. Los coños no crecen, se ponen exigentes con el tiempo.

Pero esto va más allá de lo físico. Neri, tienes toda la razón, continúa Luap, las experiencias deplorables con una polla impactan permanentemente en tu imaginación erótica, ese bajón en la excitación afecta la sensación física y cierra un ciclo, el adolescente ciclo del falocentrismo. Por otro lado, muchos tíos se ven como fuckers y la distancia que impone su exhibición a mí me saca del lugar. ¿No es la sexualidad femenina sobre todo roce?, se pregunta la buena amiga Luap. Pues sí, claro. La sexualidad humana es roce, contacto, le decimos. Si no nos rozamos no hay orgasmo.

"Es triste para un hombre saber que su pierna puede complacernos más que su pene"

La penetración exhibicionista genera distancia, antirroce. Ella agrega: "Es triste para un hombre saber que su pierna puede complacernos más que su polla o que podríamos follarlos o corrernos aunque estuvieran de espaldas, pero a muchos no les gusta la verdad. Sí, es cierto, hasta la verdad es un medio para que les comas la picha, y el sexo oral un lubricante para insertarla, todo lo que ocurre en el sexo está mediatizado para un único fin: la penetración. Luap ha mandado a dormir a una infinita cantidad de hombres de manera sibilina, al darse cuenta de que todo le parecía ridiculizable, de que estaba fuera del juego. Y esa palabra tan fea y tan importante: la conexión".

¿Si no eres capaz de seducirme ni en un maldito baile, ni en una conversación, por qué vamos a follar? Ese querer follar y punto, ese querer follar a toda costa está en las antípodas del placer, decimos casi al unísono, apagando Amor, ese bodrio, antes del final. Si yo no estoy ahí, en ese lugar, me la suda que te quieras correr. ¿Lo has oído? Creo que no hemos sido agresivas, solo estamos pensando en voz alta.

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