Catalepsia
Se vienen otras elecciones, y las encuestas dan ganador a Rajoy. Si lo llegan a despertar, podría estropearlo todo
Fuentes confiables me han filtrado que el presidente Rajoy lleva cuatro años cataléptico. El trastorno le sobrevino poco después de asumir el mando, tras fumarse un cigarro puro envenenado enviado por el régimen cubano. Y ya nunca despertó.
Al principio, su equipo trató de reanimarlo, sobre todo por aquello de la crisis económica. Ilustres neurólogos estudiaron el caso sin éxito. Curiosamente, a fuerza de no pedir un rescate ni tomar medidas extremas ni hacer nada en especial, la economía se fue recuperando. Tal fue el éxito que la estrategia se repitió para los múltiples casos de corrupción.
Ante la amenaza secesionista catalana, volvieron a intentarse nuevos tratamientos. Una vez más, nada resultó. Sin embargo, mientras los escáneres buscaban evidencias de actividad cerebral en el presidente, Artur Mas acabó por renunciar y su sucesor dejó de amenazar con la ruptura inmediata.
A lo largo de su enfermedad, evidentemente, el presidente dejó de aparecer ante los medios. Si hacía falta, su equipo proyectaba en una pantalla de plasma viejos vídeos de sus alocuciones, de cuando estaba consciente. Claro que, durante la campaña electoral, no quedó más remedio que exponerlo a la prensa y agendarle entrevistas. Permanecía rígido pero, en comparación con el plasma, parecía que hablaba. Y terminó siendo el candidato más votado en las elecciones.
Al fin, un psiquiatra de Harvard ha dado con la solución a su catalepsia: existe un antídoto que curaría al líder con efecto inmediato. Lamentablemente, ahora su equipo se niega a probarlo. Se vienen otras elecciones, y las encuestas dan ganador a Rajoy. Si lo llegan a despertar, podría estropearlo todo.
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