Cuando temblamos todos
Por Belén de la Banda, periodista @bdelabanda
Sobre los escombros. Tras el terremoto del 25 de abril de 2015 en Nepal. Imagen de Pablo Tosco / Oxfam Intermón.
Algo especial ocurre en la sociedad española cuando la tierra tiembla en cualquier lugar del mundo. He tenido oportunidad de percibirlo en muchas ocasiones, aunque la primera que recuerdo con nitidez es la respuesta que llegaba al país tras el terremoto del sur de Perú que tuvo lugar en 2001. Pero lo mismo ocurrió con el siguiente de Perú en agosto de 2008, con el de Haití en 2010... Y por supuesto, también en Lorca en 2011. Hoy, cuando nuestros ojos están atentos a la posibilidad de ayudar a las víctimas del terremoto de Ecuador, y conmemoramos un año del de Nepal, es un buen día para pensar en los motivos de la sociedad española para ser generosa, rápida y solidaria ante estos fenómenos terribles que lo echan todo abajo.
La solidaridad puede ser tan abrumadora como la tragedia a la que responde. Desde el fin de semana pasado, he escuchado y recibido a través de las redes muchas propuestas y preguntas sobre cómo colaborar con las personas afectadas en Ecuador. Desde las propias organizaciones de migrantes en nuestro país, que me consta que se han dirigido a todas las organizaciones y medios de comunicación posibles para organizar posibles envíos de ayuda o colaboraciones económicas, hasta grupos scouts, asociaciones del ambito escolar, del ámbito cultural, y grupos de todos tipos -desde religiosos hasta musicales, muchas personas a las que nada les sobra, se movilizan en los días posteriores a un terremoto para ver cómo pueden colaborar a paliar el sufrimiento que están viendo en los medios.
Es cierto que las emergencias mediáticas reciben mucha más atención que las que no lo son, pero las consecuencias de esto no hay que atribuírselas a la ciudadanía, sino a las instituciones y los medios que hablan más de unos problemas que de otros. Porque esta situación de terremoto evidencia que, cuando la gente ve el problema y tiene claro que su colaboración es necesaria para solucionarlo, no hay fuerza capaz de parar la solidaridad espontánea, ni la capacidad de organización.
Lo mismo ocurre al otro lado: en pocas horas, en el propio país afectado, o en los países vecinos, hay gente organizándose para entrar a las regiones devastadas sin saber exactamente lo que van a encontrar. Se sabe que las primeras horas son valiosas para rescatar vidas atrapadas entre los escombros, y por eso los bomberos y expertos en protección civil se movilizan de forma exprés, pero también que en estas primeras horas es muy importante asegurar agua, alimentos y cobijo para garantizar la supervivencia de las personas a quienes se les ha caído todo su mundo. Los primeros días tras una tragedia de este tipo son muy difíciles para las organizaciones humanitarias. Llegar a una zona donde las carreteras han quedado destrozadas por el movimiento sísmico, comunicarse difícilmente porque las redes telefónicas también han caído, preparar con ayuda de la experiencia lo necesario para intervenir, buscar el modo de hacer llegar el material necesario desde otros países...
Más difícil es mantener la atención y el rumbo a medida que pasan los meses. Y sacar conclusiones que permitan evitar males mayores en futuros terremotos. Como tantas otras veces, un año después de un terremoto como el de Nepal, se demuestra que las personas más vulnerables, como las mujeres, a menudo único sustento de la familia pero que normalmente no tienen las tierras a su nombre, son quienes pueden quedar excluidas de los planes de recuperación. Y sin unos presupuestos oficiales adecuados a las necesidades de la ayuda humanitaria, la contribución de España puede quedar en meramente anecdótica o inútil.
La emocionante respuesta de nuestra sociedad ante los terremotos es el ejemplo de cómo deberíamos ser capaces de reaccionar en otras situaciones de conflicto y emergencia. Para resolver con menos coste humano todo eso que, una y otra vez, nos hace temblar a todos.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.