Panamá: cada diez minutos, una empresa fantasma
Por Susana Ruiz, especialista en justicia fiscal de Oxfam Intermón.
Paraísos fiscales, empresas pantalla, escaqueo fiscal. Imagen de Oxfam Intermón
Los Papeles de Panamá ya se han cobrado la primera víctima (pública). El Primer Ministro de Islandia ha dimitido. También se ha suspendido temporalmente la promoción de la nueva película de Almodovar que se iba a estrenar en breve, y Panamá ha vuelto a figurar en la lista de paraísos fiscales de Francia. Parece poco para 11,5 millones de documentos, 214.000 empresas, 29 milmillonarios de los que aparecen en la lista Forbes, 21 paraísos fiscales… La mayor filtración de la historia, una orgía de datos, personalidades e historias que nos abruman. Pero hay muchas otras víctimas más, reales.
El mismo día en que Mauricio Macri, el Presidente de Argentina, aparecía como uno de los implicados en esta trama de paraísos fiscales, se anunciaba que desde que empezó su mandato, hace apenas 6 meses, hay 1,4 millones más de personas que viven en la pobreza: son 12.000 pobres más al día. También son víctimas directas los miles de desplazados de Siria y otros conflictos a los que la UE deporta fríamente y regatea la ayuda. La respuesta a esta crisis requiere 9.300 millones de euros, de los que a España le corresponden 195 millones. Resulta aberrante asistir a este baile de millones y millones que se oculta en paraísos fiscales, mientras a España le cuesta cumplir con estos 195 millones.
Más. Hace un par de meses Oxfam publicaba un nuevo informe sobre desigualdad extrema, con un dato demoledor: los 62 más ricos del mundo concentra ya una fortuna superior a la de 3600 millones de personas en el planeta. La riqueza cada vez se concentra en menos manos, es obvio. Lo que ahora sabemos es que muchas de esas manos están en Panamá. También en las Islas Caimán, Hong Kong o las Islas Vírgenes Británicas. Aunque Panamá está en el ojo de este tsunami fiscal, no es ni mucho menos la única manzana podrida. La connivencia internacional es cómplice y ha tolerado hasta ahora que el secreto bancario y la opacidad, consagradas en la Constitución, sean la seña casi de identidad. A pesar de ello, España optó por sacar a Panamá de su lista negra en 2011, tal vez porque los intereses comerciales primaban sobre la lucha contra la evasión fiscal.
La evasión y elusión fiscal, sobre todo a través del uso y abuso de los paraísos fiscales, es una plaga que no ha dejado de crecer a pesar de que a muchos jefes de Estado se les llene la boca de grandes declaraciones. En los últimos 15 años la inversión hacia paraísos fiscales se ha multiplicado por 4, mientras Panamá atrae 7 veces más capitales que Brasil. Desde España, la inversión hacia estos paraísos fiscales se disparó un 2000% en el último año, se ha destinado 64 veces más inversión en las Islas Caimán que en Alemania.
Lo fascinante de los Papeles de Panamá es lo fácil que parece todo. Ministros, futbolistas, actores…. Todos consiguen crear empresas pantalla (empresas offshore, que no desarrollan una actividad real ni tienen trabajadores y no son más que una dirección postal) sin moverse de casa, gracias a un arsenal de intermediarios y grandes bancos que les facilitan la gestión. Empresas como Mossak Fonseca, la responsable de la filtración, han llegado a un nivel de demanda tal que cada diez minutos constituían una empresa fantasma.
Son muchos los que entran en discusiones casi metafísicas sobre si estas prácticas son legales, ilegales o “tan solo irresponsables”. Seamos claros: constituir una sociedad en un paraíso fiscal no es de por sí ilegal. No declararlo al fisco sí lo es. Y hacerlo para eludir impuestos y aprovecharse de todas las deficiencias del sistema fiscal internacional no es quizás un delito de ley, pero sí un robo a sus conciudadanos.
En cualquier caso, si estas prácticas son legales, es que claramente la ley es insuficiente y es hora de cambiarla. Los optimistas dicen que en cada crisis hay una oportunidad. Y si la publicación de los Papeles de Panamá es una crisis (para algunos no es más que más de lo mismo, nada que no supieran ya salvo el morbo de destacar nombres) deberían servir al menos para conseguir que esta vez sí, se pongan en marcha las soluciones necesarias. Es hora de poner fin a la era de los paraísos fiscales, y no es imposible. Es hora de acabar con el escaqueo fiscal.
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