¡Vergüenza!
Nunca había visto tan de cerca la deshumanización que sufrieron los internos de los campos de concentración nazi a manos de los guardas de las SS, como lo vi en el comportamiento de los hinchas holandeses del PSV riendo a carcajadas en la plaza Mayor de Madrid mientras arrojaban monedas a unas pobres mujeres rumanas. Les lanzaban las limosnas como se lanzan mendrugos de pan a los perros.
Las mendigas tuvieron que hacer malabarismos gimnásticos por unas monedas y, lo más inhumano: uno de estos peleles ofreció un billete a una de ellas y, cuando ésta lo iba a coger, le prendió fuego y se lo arrojó a los pies. ¡Cuidado, Europa! El monstruo sigue agazapado y en cualquier momento puede volver a salir.— Gaspar Rul-lán Buades.
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