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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Arquitectura para soñadores del espacio

Intervención urbana anónima en Berlín. Fotografía: Teresa García Alcaraz

Durante esta última década, se habla de perder la autoría de proyectos y ganar capacidad de intervención en las ciudades. En un momento donde a falta de encargos y exceso de profesionales recién graduados enfrentándose al mundo laboral, la profesión del arquitecto se siente amenazada por nuevas normas que limitan sus competencias. Es por eso que poco a poco, muchos profesionales relacionados al mundo ‘urbano’ han optado por ampliar los límites de sus disciplinas ya sea observando el entorno, escuchando a la gente y colaborando con otros profesionales del sector, queriendo marcar la diferencia de un modo sencillo haciendo uso de lo cotidiano.

Una nueva modalidad de arquitectos – idealmente, sin estar politizada- está surgiendo en distintas partes del mundo con el fin de modificar la ciudad sin la necesidad de visar proyectos. Claro está, que siempre hay excepciones y muchos están afiliados a partidos o entidades políticas, reciben encargos municipales e intervienen en el territorio de manera regular…

La finalidad es tener una visión mucho más amplia de la disciplina, reconociendo -a nivel individual o colectivo- las necesidades primarias de muchos barrios con la idea de mejorar la calidad de vida de sus habitantes y deshacerse del ideal estudio-marca.

Técnicas como la autoconstrucción, el uso de materiales reciclados así como la rehabilitación de edificios y la activación de solares vacíos han generado nuevos espacios de convivencia. La iniciativa “Esto no es un solar” surgida en Zaragoza en 2009 y desarrollada por los arquitectos Patricia Di Monte e Ignacio Grávalos, es un ejemplo de este modelo de intervención.

Sus propuestas vistas inicialmente como atípicas, partieron de estudios previos tanto socio-económicos, urbanos, estratégicos y participativos, analizando tanto las carencias de cada zona y los vínculos ciudadanos que existían en el lugar a intervenir. De esta manera, se realizaron parques infantiles, huertos urbanos, pistas deportivas, espacios multiusos para todos los públicos, etc. con el fin de fomentar la sostenibilidad, la movilidad y el uso de los vacíos de la ciudad. Posteriormente, estos espacios serían gestionados por asociaciones de vecinos o colectivos interesados en su uso. Estas intervenciones equilibran la ciudad y a la vez, reciclan el desuso convirtiéndolo en desarrollo.

A pesar de demostrar su operatividad y eficacia para transformar la ciudad, la capacidad creativa y alternativa de estas acciones cívicas aún no es considerada como arquitectura. ¿Quizá por tener un uso temporal? ¿Por ser obras ejecutadas y propiciadas por profesionales y/o colectivos jóvenes? ¿Por no ser un edificio como tal?

Lo cierto es que esta nueva modalidad de hacer ciudad está en alza. Y no solo a nivel arquitectónico sino también a nivel social. De manera gradual, los ciudadanos se han apropiado del espacio público y ya no es extraño ver rincones “verdes” en las urbes, donde pequeños y mayores cosechan hortalizas, riegan las plantas o plantan semillas de manera espontánea. Mobiliario urbano “customizado” y actividades ciudadanas puntuales están siendo cada vez más populares, organizándose un nuevo movimiento ciudadano que va en paralelo (y a veces de la mano) de la administración pública.

Campo de Cebada en Madrid. Fotografía: Teresa García Alcaraz

El reconocimiento de proyectos colectivos, en los que los vecinos intervienen en la planificación y ejecución de estos nuevos espacios es, definitivamente, un cambio de paradigma en referencia a la relación auditoría- obra, estudio- marca. Un ejemplo de ello es El Campo de Cebada, en el barrio de La Latina (Madrid) donde el colectivo Zuloark ha sido uno de los pilares esenciales, juntamente con las asociaciones de vecinos y el propio ayuntamiento de Madrid.

Sin duda, Campo de Cebada es un proyecto brillante donde la arquitectura convencional se ha revertido, convirtiéndose en una alternativa constructiva, visionaria y pionera donde son los ciudadanos los agentes activos y soñadores del espacio. Tal y como se explica en Plataforma Arquitectura: “El Campo de Cebada es una posición crítica que intenta construir una acción propositiva, mirando hacia un futuro donde distintos profesionales, incluidos los arquitectos, vuelven a jugar papeles relevantes al servicio de la sociedad”.

Es necesario un cambio tanto para las ciudades, para la profesión, para las políticas públicas y para el mismo mercado inmobiliario donde el apoyo a estas acciones urbanas sea concebido como otra manera de hacer arquitectura.

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¿y los de fuera qué, para esos qué tipo de arquitectura existe?
¿y los de fuera qué, para esos qué tipo de arquitectura existe?

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