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El secreto de un buen perchero

El colgador ideado por el estudio Lagranja Design ha logrado actualizar su herencia presentándose como una pieza más pragmática, asequible y funcional

Anatxu Zabalbeascoa
Perchero modelo Fork diseñado por el estudio barcelonés Lagranja Design.
Perchero modelo Fork diseñado por el estudio barcelonés Lagranja Design.

Los mejores percheros funcionan en situaciones antagónicas: cuando están vacíos y cuando se llenan de prendas. Por eso los que han pasado a la historia del diseño tienen tanto de escultura como de mueble. Así, mientras los colgadores de pie más creativos recuerdan casi todos a combinaciones de palillos chinos —como el mítico Sciangai, ideado por los italianos De Pas, D’Urbino y Lomazzi lanzado al mercado por la empresa Zanotta en 1973—, los percheros de pared emplean el ingenio para disfrazar un colgador de objeto artístico.

El famoso Hang it all —que el matrimonio Eames ideó en 1953 y que hoy produce la empresa Vitra— era eso: un colgador tradicional que había sustituido los ganchos por esferas de gran tamaño. Esas bolas coloreadas velaban, además, por el cuidado de las prendas que en ellas se colgaban. Imaginación y funcionalidad van de la mano en los percheros que decoran y amueblan a la vez.

En España, uno de los colgadores más reconocidos fue el perchero Ona que, a pesar de ser curvo y muy sensual, recuerda a la Columna sin fin de Brancusi por la posibilidad de montaje infinito que ofrecen sus módulos. Su nacimiento se debió a la unión de varios premios nacionales de diseño: de un lado el mueblista Carles Riart —con Montse Padrós— y de la empresa Mobles 114, que lo produjo en 1992. Esa misma firma acaba de lanzar al mercado el modelo Fork, un perchero ideado por el estudio barcelonés Lagranja Design que, con tres bastones de haya maciza de diversas alturas, ha logrado no solo convertirse en un digno discípulo del legendario Sciangai sino también actualizar su herencia presentándose como una pieza más pragmática, asequible y funcional.

Lo que convierte este nuevo diseño en un mueble funcional es que las perchas están a varias alturas. Es decir, sirve para colgar paraguas, abrigos y bolsos de varios tamaño. También es accesible para niños y adultos. Es pragmático porque al ser macizo es estable y no ocupa mucho espacio (46 centímetros de ancho). Los tres componentes de madera —“tres bastones de gentleman” según los diseñadores— son suaves al tacto y a la vista porque están torneados y barnizados. Esos tres pies están unidos por dos estructuras metálicas que, a su vez, contienen ganchos para colgar más objetos. Así, la ligereza visual y la neutralidad de estas abrazaderas unida al trabajo con la madera torneada acercan este perchero a una escultura amable, sobria y lo suficientemente abstracta como para poder convivir con el pasado, con lo último y con cualquier estética arquitectónica.

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