Rosa y poderoso: el nuevo arte hecho por chicas reivindica la estética 'girly'
¿Y si le diéramos la vuelta a los estereotipos femeninos? La exposición colectiva 'We don't care anymore' empodera a la mujer usando tópicos como los tonos pastel o la purpurina
Queridas lectoras –mujeres, hombres, cis, trans o intersexuales, sí, hoy todas somos féminas-, basta de avergonzarse. Ha llegado la hora de sacar a la luz nuestro amor por el rosa y de desenredar las crines de nuestros pequeños ponis. Lo girly -que puede ser traducido como “cosas de chicas”- inunda apps, blogs, tumblrs y redes sociales, y salpica otros ámbitos de la cultura como el de la música -la simpar Grimes- la ficción televisiva –con nuestra vindicativa girl de portada, Lena Dunham-, el de la moda o el del arte. ¿Cómo explicáis sino la inclusión del emoticono del unicornio en Watshapp, la última colección de María Escoté basada en Mi pequeño Pony o el chorreo de memes protagonizados por princesas Disney?
De todo lo anterior, da buena cuenta We don’t care anymore, una muestra que se inaugura este viernes, día 11, en el Espacio Ananas de Madrid (c/Acuerdo, 20). La exposición, comisariada conjuntamente por el espacio Alicia Milktooth y el colectivo GirlsWho, recoge el trabajo de un puñado de artistas con una premisa clara: poner en valor una estética, la girly, tradicionalmente denostada. “Escogimos chicas que tuviesen un estilo propio y mucha personalidad. La gran mayoría de las artistas comparten un gusto similar por la estética norteamericana, por el uso de temas como la inocencia y la adolescencia, los iconos teen, el rosa o el mundo girly”, narra Adriana Cereijo, una de las dos mitades de Ananas.
“La idea surgió hace casi un año. Tanto Adri y Ana, de Espacio Ananas, como yo, veíamos que en nuestro país había un montón de artistas, ilustradoras, fotógrafas, diseñadoras gráficas etc. que hacían cosas increíbles y a las que nos gustaría reunir en una misma exposición”, enumera Alicia Milktooth, otra de las comisarias.
“Además, gracias a Internet, teníamos contacto con otras artistas a las que admirábamos y que parecían dispuestas a exponer en Madrid. Después hablamos con Silvia Pérez, fundadora del colectivo GirlsWho, que tenía las mismas ganas que nosotras de organizar una exposición colectiva. Y, ¡voilá!”, cuenta. Y es que los emojis, la comunicación 2.0. y la red han jugado un papel fundamental en la transmisión de esta tipo de estéticas que tiene su origen, entre otras, en la revista online Rookie, ideada en 2011 por la precoz y simpar bloguera Tavi Gevinson, o en la obra de la fotógrafa canadiense Petra Collins.
Tanto Gevinson como Collins -al igual que otras como Dunham o las pioneras Miranda July e Isabel Coixet-, plantean un trabajo que, desde lo personal y valiéndose de la estética, reivindica una feminidad diversa y autoconsciente. Ese aspecto contestatario se aprecia también en muchas de las obras de We don’t care anymore, aunque, paradójicamente, no siempre desde una aproximación feminista. La asociación “de chicas” y “feminismo” es, para las responsables de Anana, un tópico. “No estamos en contra, para nada, pero queremos darle otra vuelta. Buscamos animar a no abandonar u ocultar algunas de nuestras cualidades sino que las recalcamos sin vergüenza. Somos chicas y valemos con lo que hacemos y con lo que somos”. Como diría Cindy Lauper: "Girls wanna have fun" (Las chicas quieren divertirse) -entre otras cosas-.
Una postura que responde, en gran medida, al rechazo de parte del feminismo a estas formas de reivindicación simbólica por considerar que contribuyen a perpetrar estereotipos sexistas. Sin embargo, teniendo en cuenta que lo personal es político y que nuestros cuerpos son campos de batalla -como nos desvelaron dos famosos enunciados feministas- no está de más reconocer el carácter fundacional del feminismo y la teoría queer en todo esto. “Mi obra no es política, y no tengo claro que reivindique nada en concreto, pero sí procuro que sea coherente; además nace de un contexto feminista, que quizás no es algo que se muestre de frente, pero está ahí”, aclara Zazi White, una de las artistas de la muestra que define su trabajo como “dulce, pastel, intimista y con una marcada influencia japonesa”.
Como ella, Ahida Agirre, otra creadora presente en We don’t care anymore, asegura que hace su trabajo sin ningún propósito reivindicativo pero que, el carácter político, está siempre presente. Entonces, ¿puede lo girly ser una forma de resistencia? ¿Acaso no lo fueron el camp o el kitsch? Remedios Zafra, escritora y profesora de Estudios de Género y Cultura Visual, sugiere en su libro (H)adas que, de las muchas estrategias del arte feminista, existe una a la que denomina "reversibilidad con efectos" que implica salir del estereotipo y volver a él ya con conciencia crítica, es decir, conociendo lo que supone, para valorar elegirlo como una de las muchas máscaras sociales posibles, de forma que en dicha elección consciente podría haber un posicionamiento.
“Como ha ocurrido históricamente con otros grupos sociales -llámense canis, chonis, góticos…- esta gente busca poner en valor sus subjetividades y su autonomía” argumenta Amparo Lasén, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Nacida en los setenta y miembro del colectivo Sociología Ordinaria junto a Elena Casado, Lasén asegura que “una vez que reconoces que lo girly -como cualquier otra estética- es una forma más de máscara, se revela la posibilidad de jugar con ella”. Tanto Lasén como Zafra, que recientemente compartieron una apasionante charla sobre el tema de los afectos en Internet en Matadero de Madrid, coinciden: “Personalmente estoy a favor de la experimentación pero siempre siendo conscientes de que éste es uno de los muchos disfraces que se pueden elegir”, apunta Zafra. “Lo peligroso viene cuando se trata de naturalizar este tipo de cualidades. Será positivo siempre que sea una cuestión de apariencia y se visibilice que no existe un singular femenino sino una multiplicidad de feminidades”, remata Lasén.
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