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CLAVES
Columna
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Corazones rotos

Dentro de poco no va a haber altos cargos del PP en libertad

Jorge M. Reverte

Muy fuerte tiene que tener uno el corazón para aguantar sin inmutarse la presencia de Francisco Camps, militante de base y expresidente de la Generalitat valenciana. Camps se tiene que comprar ahora los trajes donde los demás militantes del partido, y se ve obligado a pedir que no le detengan, que para preguntarle cualquier cosa basta con que le llamen a casa.

Rompe el corazón escuchar a Camps, amiguito del alma de sus amiguitos, preocupado ahora incluso más que por sí mismo por la tristeza que embarga el alma de su conmilitona Rita Barberá, también muy afectada por sus presuntas actividades fuera de la ley pero dentro del PP.

Y así están centenares, por no decir millares, de cotizantes del PP, acosados por la policía y la guardia civil, que parece ser que ya no obedecen a su jefe natural, Jorge Fernández Díaz, sino a jueces y fiscales, que se han insubordinado a sus mandos para ponerse a obedecer a la ley. Y con mucha razón se pregunta el ministro del Interior, ¿es que no hay más que gente del PP entre la implicada en casos de corrupción?

Rajoy está mucho más harto que Antonio Damborenea, el presidente del PP de Vizcaya. Ya se lo habíamos notado. Las sedes del PP tiemblan mucho más cuando ven aparecer a un mando del partido, como Dolores de Cospedal, que cuando ven a un guardia civil. Pero eso está a punto de cambiar, porque dentro de poco no va a haber altos cargos en libertad.

A mí se me rompe el corazón escuchando a Camps, viendo la foto de Alfonso Grau y la sonrisa quizá en extinción de Rita Barberá. El asunto es que el PP está dejando libre el camino a la investidura de Pedro Sánchez. Su majestad quizá no tenga a quien llamar a partir del día 6 de marzo si el socialista no ha reunido apoyos suficientes.

Los votantes del PP van a tener que mirar los últimos puestos de las listas si hay nuevas elecciones. Porque los primeros pueden cambiar de situación procesal en un plis-plás. Ahí se le rompe a uno el corazón democrático. ¿Adónde va a ir tanto voto?

Si los de Podemos llegan a gobernar y Sánchez les da la guardia civil, podrían empezar a arreglar sus relaciones con los Cuerpos de Seguridad.

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