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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Títeres sin cabeza

La torpeza de programar en Madrid una obra incendiaria en horario infantil se complica con una desmesurada respuesta de la Audiencia Nacional

La alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, ayer durante la rueda de prensa en la que informó sobre la programación en horario infantil de una obra acusada de enaltecer el terrorismo.
La alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, ayer durante la rueda de prensa en la que informó sobre la programación en horario infantil de una obra acusada de enaltecer el terrorismo.JAVIER LIZÓN (EFE)

Una representación callejera de la compañía Títeres desde Abajo ha desencadenado en Madrid un espectáculo guiñolesco. En la pieza hay situaciones tan apropiadas para los niños —y los adultos— como una violación, forcejeos y muertes violentas, un juez ahorcado, policías apaleados... Y una pancarta, en la que se lee “Gora Alka-ETA”, que es lo que ha conducido a un juez de la Audiencia Nacional a decretar prisión provisional comunicada y sin fianza para los titiriteros, acusados de apología del terrorismo, que puede tener penas de uno a tres años de cárcel.

La programación en horario infantil de una obra con estos contenidos, aunque fueran presentados en clave satírica, ha llevado a Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, a calificar el episodio de “deleznable”, y a abrir una investigación para depurar responsabilidades. Los titiriteros se defienden diciendo que el cartel se usa para incriminar a un inocente y que no hay afán de defender terrorismo alguno.

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Más allá de los contenidos, lo que no se ha explicado es por qué se incluyó la obra en un programa infantil y, por tanto, qué criterios se utilizaron para seleccionar esa pieza, y todas las demás. Si la responsable de Cultura no consigue aclarar ambas cuestiones habrá que convenir que ha actuado con excesiva ligereza o manifiesta incompetencia —no es la primera vez que le ocurre— y que debe considerar seriamente su dimisión.

La desmesurada reacción de la Audiencia Nacional, al meter en prisión sin fianza a los titiriteros, termina por desdibujar aún más la situación. El terrorismo es un asunto muy grave, y no debería servir de munición en este circo de torpezas y de respuestas altisonantes en el que puede convertirse la política de Madrid si Carmena no consigue enderezar tanto entuerto.

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