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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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Acotación

Dani Rovira es una categoría en sí mismo. Suficiente, el nombrar al cómico malagueño, para que tú sepas cómo es el rol que has de interpretar

El actor Dani Rovira.
El actor Dani Rovira.Paco Campos (EFE)

Me disponía a leer un guion de una película para un casting. Estaba atribulado, claro. ¿Cómo sería el papel que me propondrían? ¿Sería otro vez de galán, donde a la primera de cambio y a la mínima oportunidad enseñaría mi torso musculado? ¿O se me daría la oportunidad de mostrar otro registro? La vida del actor, como la de un concejal del PP valenciano, es una montaña rusa. El caso es que cuando llegué a la descripción del personaje que debía prepararme ponía, en la acotación, lo siguiente: “X, joven de treinta y tantos, como Dani Rovira”. Me quedé con las patas vueltas: es el cómico malagueño una categoría en sí mismo. Suficiente, el nombrarlo, para que tú sepas cómo es el rol que has de interpretar. O sea, por una parte esperan que en tus movimientos, en tus gestos, en tu lenguaje corporal, en tu prosodia, te parezcas lo más posible a él. Lo recuerdes, lo evoques, en la forma y en el fondo; para que la gente que finalmente vea tu trabajo piense: “Este papel efectivamente lo iba a interpretar Dani Rovira pero, por lo que sea, por lo ocupado que está seguramente, al final no ha podido y ha terminado haciéndolo este”. Eso por un lado, pero también hay algo más que subyace, un mensaje que bien podría expresarse de la siguiente forma: “¡Maldita sea! Más te vale que, por lo menos, nos garantices una octava parte de la recaudación que conseguiríamos si hubiera sido Dani Rovira el actor”.

Llegados a este punto me gustaría lanzar un mensaje:

Queridos productores, directores de casting, guionistas y directores; hacen ustedes muy bien, todos deberíamos ser como Dani Rovira, o, al menos, intentarlo.

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