Los tentáculos del ISIS también llegan a Emiratos
La Fórmula 1 y un centro comercial extranjero se convierten en objetivo
Los amigos de las teorías de la conspiración suelen mencionar la ausencia de atentados del ISIS en Emiratos Árabes Unidos (EAU) como prueba de una supuesta connivencia. Pero a tenor de las últimas informaciones, tal vez no sea porque no lo hayan pretendido, sino porque no lo han conseguido. Según el oficioso The National,un emiratí que está siendo juzgado por intentar asesinar a uno de los líderes del país y atentar contra el circuito de fórmula 1 de Abu Dabi y un establecimiento de Ikea cercano se autonombró representante de ese grupo en EAU.
El acusado, identificado como M. A. H., de 34 años, es el marido de Alaa Bader al Hashemi, la asesina del niqab, una mujer también de nacionalidad emiratí que fue ejecutada el pasado julio por matar a una maestra estadounidense en los aseos de un centro comercial de Abu Dabi medio año antes. Ambos realizaron una ceremonia simbólica en la que juraron fidelidad a Abu Bakr al Bagdadi, el líder del ISIS, y en la que el hombre se proclamó su “emir” para el país, de acuerdo con uno de los testimonios presentados durante la vista.
Un experto forense del Ministerio de Justicia también dijo al juez que el ordenador del acusado y un disco externo que utilizaba contenían cientos de vídeos, entre ellos “cursillos para fabricar explosivos y otro contenido extremista”. Además, aseguró que usaba los discursos de Al Bagdadi y del fallecido líder de Al Qaeda Abu Musab al Zarqawi “para extender la ideología radical entre los jóvenes y reclutarlos”.
La prensa internacional no tiene acceso al juicio, que, como otros de esta naturaleza, se celebra en el Tribunal Supremo. EAU ha reforzado sus medidas de seguridad desde las revueltas de la primavera árabe hace cinco años. Además de participar en la coalición dirigida por Estados Unidos que desde 2014 bombardea al ISIS, las autoridades emiratíes también han endurecido su legislación antiterrorista con la introducción de la pena de muerte para delitos relacionados con el odio religioso o los grupos takfiri (los que en Occidente llamamos yihadistas).
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