Tradiciones opcionales
Mi marido y yo hemos decidido cambiar el orden de los apellidos de nuestro hijo. En el registro, la funcionaria advirtió a mi marido de que solían cambiar el orden solo cuando había algún conflicto, como maltrato o abandono, además, se permitió el lujo de pedir una explicación, cuando tenemos legalmente este derecho y ella no lo tiene a pedírnosla. En el centro de salud se negaron a inscribirlo sin el DNI de la madre, petición que no se hace si los apellidos tienen el orden tradicional. Mi marido ha hecho una cesión valiente y por amor, a sabiendas de que el mundo no está preparado y asumiendo que será juzgado por cánones arcaicos. Siendo más “hombre” que ninguno al no dudar de que por esto se pueda ser menos hombre o menos padre. ¿Una tradición es justa solo por ser tradición? ¿Por qué no tomar una decisión consciente a este respecto ante un nuevo nacimiento? Habrá quien no le dará importancia y piense que es preferible evitar un conflicto a intentar cambiar la inercia del machismo. No juzgo a quien prefiera no dar ese paso, solo me gustaría que no me juzgaran a mí.— Lola Constenla Ramos.
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