El transporte público, gratis pero solo para la familia
Portugal asiste atónito a los privilegios de un sector caracterizado por el caos regulatorio
Solo en un par de periódicos, y en una esquinita, se recogía lo que parecía una noticia: “Más de la mitad de los maquinistas del metro de Lisboa no fueron a trabajar en Nochevieja”. Tampoco llamó la atención de la prensa, radio y televisión que, coincidiendo con el nuevo Gobierno socialista, los empleados del tren recuperaran “sus derechos”, es decir, que volverán a viajar gratis de por vida, ellos, sus parejas, sus hijos y todos los jubilados exempleados de la compañía pública. Que nada de esto sea noticia es la mayor prueba del desmadre de los transportes públicos en Portugal con miles de huelgas, paros, trabajos lentos o trabajos cuando quieren. El absentismo del metro de Lisboa es del 13%, una cifra que hunde cualquier empresa privada, pero el día de Nochevieja comenzó con el 28% y acabó en el 61%, hasta el punto de tener que cerrar una línea del servicio público por falta de maquinistas.
En la pasada legislatura, los sindicatos que dominan el transporte público convocaron casi 1.100 huelgas, el 99% de ellas sin servicios mínimos, porque los tribunales laborales deciden que el ciudadano tiene medios de transporte alternativos. Muchos de esos paros solo son de seis a diez de la mañana, que tienen en la vida ciudadana el mismo efecto que uno de 24 horas, pero menor perjuicio económico para el huelguista. La sorpresa del corresponsal por la situación caótica del transporte público contrasta con la comprensión del ciudadano perjudicado. Es casi imposible oír una queja de viajeros que llevan tres horas a la espera de autobús o que han perdido su día por falta de metro.
Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno socialista ha sido parar la privatización de la gestión de metros y autobuses de Lisboa y Oporto, que fue lo último que hizo el anterior Gobierno conservador. Desde entonces se han anulado las huelgas anunciadas, aunque no el absentismo galopante. Los representantes sindicales han anunciado que se abre un periodo de esperanza en la recuperación de “sus derechos”, entre otros muchos, un plus de jubilación que llega al 30% del salario.
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