Soledades urbanas en España
Foto de Ivan González en Flickr Creative Commons
La soledad no buscada, aquella que llega involuntariamente y viene determinada por la trayectoria vital de cada individuo, es un sentimiento cada día más frecuente para los seres urbanos. Uno de cada diez ciudadanos españoles afirma sentirse solo con mucha frecuencia. Pero además, es en el entorno urbano donde el número de personas que manifiestan sentir soledad más ha aumentado en España. Hoy, el perfil mayoritario de quien se siente solo podría ser el de una mujer que habita la gran ciudad, y que no tiene pareja ni trabajo.
Y es que, según el estudio La soledad en España nos vemos encaminados hacia una “sociedad de la soledad”. Los hogares unipersonales, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística, han aumentado su número, y el 40% de los mismos pertenecen a una persona mayor de 65 años. Sin embargo, no es lo mismo vivir sin compañía que sentir soledad, y es el 8% de la población española mayor de 18 años la que afirma que vive sola por obligación y no por voluntad propia. Por otro lado, también un 52% de los españoles que vive acompañado asegura haber sentido soledad en algún momento. A esto se suma el aumento significativo en el consumo de antidepresivos en la mayoría de los países de la OCDE desde el 2000 y que en España ha doblado su cantidad en 10 años, y la sitúa como el séptimo país de la Unión Europea que más los consume. Según en el Informe Foessa 2014, además, uno de cada veinte hogares se ve muy afectado por intensos procesos de exclusión social, lo que suma un total de 11,7 millones de personas. Y cinco millones de ellas viven en situación de exclusión severa, un 82% más que en 2007.
Para los ciudadanos, las causas últimas de la soledad se atribuyen a la falta de comunicación y compañía, a la carencia de afecto, y a sentimientos de tristeza o depresión. Tan solo un 16% de la población lo relaciona con el fracaso personal. Y es que, estos datos se pueden explicar a partir de variables diversas e interdependientes como son: valores sociales imperantes como el individualismo o el sentimiento de insatisfacción alimentado por la competitividad; los avances tecnológicos, que podrían fomentar una comunicación menos fluida y profunda; la creciente esperanza de vida; los cambios provocados por la crisis económica de los últimos años; y el hecho de vivir en grandes ciudades, ya que se atribuye al medio rural la posibilidad de mayor convivencia, de relaciones más estrechas y directas que promueven la comunicación y la solidaridad. Y a las ciudades, la pérdida del sentimiento de pertenencia a un grupo o comunidad. Los entornos urbanos, sin embargo, tienen la posibilidad y cuentan con los espacios necesarios para poder paliar los condicionantes que empujan al aislamiento social. Y a escala local, en diversos barrios de la geografía española, se multiplican poco a poco las iniciativas encaminadas al apoyo mutuo (espacios de acogida a inmigrantes o personas sin hogar, de atención a necesidades vecinales, despensas solidarias o bancos de alimentos, etc.). Tal y como ocurriera en las ciudades en épocas de crisis anteriores.
Para algunos analistas en el horizonte se dibujan sociedades de la soledad, conformadas por individuos solitarios conviviendo en multitud. Para otros, caminamos lentamente hacia la construcción de ciudades más acogedoras y solidarias. Y tú, ¿qué opinas?
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